Conocida por los canales y por el bondadoso clima reinante durante gran parte del año, Aveiro comenzó a posicionarse como uno de los lugares más interesantes de conocer en el norte de Portugal, en razón de que puede visitarse tanto en verano como en invierno.
Los canales dividen a la ciudad en dos partes. Hacia el norte, el canal principal conduce a las viejas casas de los pescadores de antaño, mientras que hacia el sur se pueden encontrar los históricos edificios.
Dar un paseo por la ría de Aveiro en los pintorescos moliceiros, barcazas típicas parecidas a las góndolas que se utilizaban en el pasado para traer el “moliço”, una especie de alga que se utilizaba como abono, representa un recorrido casi obligatorio para los visitantes.
La navegación permite conocer algunos de los puntos más emblemáticos, como los edificios art-decó ubicados a orillas del canal, las salinas, el barrio de los pescadores (Beira-Mar), la antigua fábrica de cerámica Jerónimo P. Campos y el Mercado de Pescado, donde se concentra la fiesta nocturna en bares y restaurantes.
Visitar el centro es otra ruta recomendada, comenzando por el Jardim do Rossio y siguiendo el camino del canal hacia la zona del centro comercial.
Uno de los principales edificios de la ciudad es el Convento de Jesus, que ahora hospeda el Museo de Aveiro, una iglesia del siglo XV de interior barroco, lugar imprescindible para ver así como la catedral de Aveiro y la plaza Marqués de Pombal, con su perímetro de mosaicos que representan los signos del zodíaco, muy típicos en las calzadas portuguesas.
Existen en Aveiro dos buenas opciones cercanas para disfrutar del agua y las arenas del Atlántico: Costa Nova (donde sobresalen los palheiros, casas de colores y rayas, antiguos almacenes y residencias de pescadores hoy reconvertidas en viviendas) y Playa de la Barra (rodeada por cafés a la orilla del mar y zonas de apartamentos, y conocida por tener el segundo faro más alto de Europa).