A partir de los 30 años los seres humanos comenzamos a perder masa muscular, un proceso de atrofia que se intensificando hasta que, llegados los 60 años, buena parte de la gente cuenta con el 25% menos de lo que solía tener en su juventud.
Más allá de que este fenómeno es inevitable, así como que se produzca un debilitamiento de la densidad ósea, existen hábitos que contribuyen a fortalecer músculos y huesos y a reducir la intensidad del deterioro, esencial no solo en el apartado estético, sino especialmente a nivel funcional y de salud.
Entre estos hábitos saludables se puede mencionar un descanso adecuado, una correcta ingesta proteica y la realización de un entrenamiento de fuerza, en razón de que levantar pesas en series de entre seis y doce repeticiones marca una enorme diferencia.
En tal sentido, a la hora de llevar a cabo el entrenamiento de fuerza, es importante subir el peso que se moviliza poco a poco para no sufrir accidentes lesiones en el proceso.
La ganancia de masa muscular tiene un efecto indirecto por lo general desconocido, que es la aceleración del metabolismo. Esto tiene lugar porque los músculos, a diferencia de otros tejidos, requieren de un aporte energético mucho mayor para preservarse. Por tal motivo, levantar pesas con suficiente peso contribuye al mantenimiento de un peso adecuado, disminuyendo a su vez las posibilidades de padecer enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 o las afecciones cardiovasculares.