El pasado 24 de abril se cumplieron 100 años del momento en que el suizo Aimé Tschiffely partió desde las puertas de la Sociedad Rural en Buenos Aires rumbo a Nueva York junto a sus dos caballos: Gato, un bayo gateado de 16 años que había sido domado con facilidad, y Mancha, un overo rosado, arisco, de 15 años.
Ambos animales habían sido criados en la estancia El Cardal, ubicada en la localidad bonaerense de Ayacucho, y el motivo del viaje de Tschiffely se centró en probar la nobleza y superioridad del caballo criollo.
El suizo llevó consigo mapas, una brújula, un barómetro, dinero, una manta, un rifle Winchester, una carabina y un revólver. En principio había previsto también la compañía de un perro, pero al ver que los caballos se ponían nerviosos con los ladridos, no fue de la partida.
Parecido a lo que le pasó al argentino Juan José Degratti, el primer humano en ir desde Ushuaia a Alaska en moto, Gato y Mancha se encontraron con una falta casi total de caminos en múltiples tramos del recorrido.
Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, entre alturas cercanas a los 6.000 metros y temperaturas bajo cero, y tampoco la tuvieron fácil en las zonas más desérticas, donde el calor trepó hasta los 50ºC y los cascos de los caballos se hundían en la arena.
Ya en territorio norteamericano los problemas continuaron. Entre ruidos de automóviles que a menudo espantaban a los animales, Tschiffely debió dejar a Gato en Saint Louis para que se recupere de una lesión y continuó la travesía solo con Mancha hasta la ciudad de Washington, donde fue recibido en la Casa Blanca por el presi- dente estadounidense Calvin Coolidge.
Posteriormente, se embarcó en un ferry junto a su caballo hasta Nueva York, donde llegó el 20 de septiembre de 1928 e hizo un recorrido triunfal con Mancha por la quinta avenida siendo homenajeado en las escalinatas del City Hall por el alcalde James John Walker.
Pese a que un militar quiso comprarle los caballos por un dineral, el suizo rechazó la oferta. “Prefiero volver pobre pero con ellos, a volver millonario pero sin mis dos bravos y fieles compañeros”, afirmó. Jinete y animales retornaron a Buenos Aires en el vapor “Pan América”; llegando a la Dársena Norte el 20 de diciembre de 1928.
Todos los implicados en la aventura tuvieron una larga vida por delante, después del logro y el reconocimiento editorial que suscitó. Mancha y Gato murieron en 1944 y 1947, a los 36 y 40 años, respectivamente. En la actualidad se los puede visitar: están embalsamados en el Museo de Transportes del Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”, en Luján.
Los números del viaje
• Cabalgaron más de 21 mil kilómetros hasta Nueva York.
• Rompieron el récord mundial de distancia y también de altura, al alcanzar 5.900 metros sobre el nivel del mar en el paso El Cóndor, entre Potosí y Challapata, Bolivia.
• El viaje tuvo su desarrollo a través de 504 etapas.
• Recorrieron un promedio de 46,2 km por día.