Haciendo camino al andar

By Familia Cooperativa Julio 18, 2025 14 0
Julieta Santamaría, una argentina de 27 años, recorrió más de 4.000 kilómetros en suelo brasileño para cumplimentar el Camino de la Mata Atlántica y concientizar acerca del cuidado medioambiental. Nadie hasta el momento había cubierto la totalidad de este extenso sendero que atraviesa 5 estados brasileños y más de 100 municipios.


A pie, cargando una mochila de unos 15 kilos y recurriendo a veces a alguna bicicleta prestada, Julieta Santamaría se convirtió en la primera persona en realizar el Camino de la Mata Atlántica.
El trayecto le demandó 15 meses e implicó recorrer más de 4.000 kilómetros, atravesando cinco estados brasileños (Río de Janeiro, Sao Paulo, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul) y más de un centenar de municipios.
Nacida en la localidad bonaerense de Burzaco, llegó al país limítrofe en 2023, con el objetivo de hacer distintos voluntariados y dejar atrás las carreras de Psicología y Logística que había empezado a estudiar en Argentina sin encontrar satisfacción.
En Brasil halló más de lo que buscaba, cuando Marcos, un amigo que conoció en Ilhabela le habló acerca del proyecto Camino de la Mata Atlántica. La curiosidad pudo más, por lo que no dudó en en prepararse durante tres meses para emprender en febrero de 2024 esta aventura de trekking, que logró completar el 7 de junio de este año.
“No fue mucho tiempo de preparación”, reconoce hoy Julieta, a sus 27 años. “Compré la mochila para viajar, la llené de cosas y empecé a caminar para acostumbrarme a hacerlo con peso. Salía con lluvia, con sol, con cualquier tipo de clima porque justamente eso era lo que iba a pasar a lo largo del trayecto. También salía en bicicleta, corría o nadaba, cualquier cosa que me ayudara a ganar resistencia. Igual no es que estaba completamente sedentaria, porque en Argentina entrenaba bastante desde 2020”.
Julieta admite que todo empezó como un desafío personal, “porque iba a tener que aprender muchas cosas que no cono-cía. Había tenido algunos contactos con la naturaleza en la Argentina, pero ninguna experiencias como acampar o subir montañas sola”.
“A medida que fui avanzando fueron surgiendo otras cuestiones, como la preservación del bioma, no solo de la Mata Atlántica, que en Argentina sería la selva misionera, sino todo lo referido a la naturaleza”, acota.
Durante el viaje atravesó numerosos parques nacionales y municipales, así como Reservas Privadas del Patrimonio Natural (RPPN), donde halló diversas especies de flora y fauna, y conoció biólogos y otros profesionales que le enseñaron sobre este hábitat. Fue un trayecto que comenzó y terminó sola, desde Río Janeiro hasta Rio Grande do Sul, aunque en el camino hubo mucha gente que le tendió una mano y que incluso la acompañó algunos kilómetros.
“Una de mis ideas al principio era inspirar a otros para caminar y conectarse con la naturaleza. Y muchos de los parceros, voluntarios del proyecto, querían ser parte de alguna forma, así que me acompañaron en algunos trechos y en Sao Paulo, que es más burocrático y no te dejan entrar a los parques solo, tuve el apoyo de la Fundación Florestal, que dispuso funcionarios para acompañarme y dar apoyo con autos y alojamiento”, destaca.
“Muchos amigos que hice a lo largo del camino y asociaciones de montañistas también me acompañaron. Eso fue lo más interesante, porque el camino lo hice sola, pero siempre tuve apoyo y eso demuestra que hay un montón de personas buenas acá en Brasil. Es muy común escuchar que es peligroso, que no puede salir nada bien si una mujer se dispone a salir sola… Yo creo que lo que hice demuestra que también es posible cumplir un sueño”, añade.

Cuidado y preservación

Para Julieta, estas conexiones humanas y el contacto con la naturaleza resultó lo mejor del viaje. Y encontrar tantas especies en peligro de extinción fortalecieron su compromiso con el cuidado ambiental y la preservación.
-¿Qué fue lo más difícil?
-Atravesar lugares donde las personas ya no pasan. Estaban completamente tapados y teníamos que abrirlos con machete para conseguir salir del otro lado. También una de las cosas más difíciles fue lo mental, porque es difícil mantenerse siempre 100% con ganas de seguir. Igual los problemas son los que menos presentes están. Siempre me sentí muy feliz y agradecida por todo lo que estaba pasando. Pero hubo momentos peligrosos, como cuando me encontré con unos 30 jabalíes, porque acá cuentan que son muy agresivos. Mi corazón casi se sale del cuerpo. Pero grité dos veces y en la segunda salieron corriendo. También me mordieron dos perros en la mitad del camino y perdí el día en el hospital poniéndome la antirrábica, por suerte nada grave. Y después, lugares en los que me costó conseguir agua, con un calor insoportable.
Remarca que esa situación en particular la ayudó a trabajar la mente para no entrar en desesperación al ver su botella de agua vacía, con tantos kilómetros por recorrer. Hoy, dice, consigue caminar unos 10 kilómetros sin necesidad de tomar agua en forma desesperada.
- ¿Cómo hiciste para solventar el viaje?
-Salí con unos ahorros, que no era mucha plata, y recibí mucha ayuda. Apenas al empezar tuve un problema y básicamente gasté todo en las primeras dos semanas. Cuando salí de nuevo, lo hice con 300 reales y mucha fe. Y conocí personas increíbles, que me permitieron costear básicamente el 100% del viaje. Me ayudaron financieramente, con comida, con hospedaje.
A pesar del miedo, su familia siempre la apoyó. De hecho, su mamá Laura y su hermana Lara viajaron de sorpresa cuando finalizó el recorrido.
“Como Francisco, el coordinador, iba al trecho final, la trajo a mi mamá y a mi hermana. Ellos me entregaron una placa de finalización del percurso. Eso fue bien emocionante y demuestra que mi familia estaba apoyando mi locura”, subraya.
Tras completar la odisea, Julieta volvió al lugar de inicio del recorrido y, junto a Francisco, comenzzó a presentar la iniciativa y a contar su experiencia en distintas localidades que forman parte de la travesía.
Su logro también permitió trabajar sobre trechos que ella no pudo hacer porque aún no estaban completamente implementados y consolidados.
“También hubo veces que, por causa de las lluvias, que son muy fuertes acá, no conseguí subir algunas montañas, así que tengo una lista de lugares que no logré recorrer”, resalta.
-¿La idea de este proyecto y de las charlas es incentivar a otras personas a que puedan hacerlo o cuál es el objetivo principal?
-Sí, no solo para hacerlo sino para intentar incentivar e inspirar a las personas a unirse al proyecto y luchar por una preservación del medioambiente. El Camino de la Mata Atlántica, además de ser un trekking de larga distancia, tiene un proyecto de restauración y cuantas más personas estén luchando por lo mismo, mejor. Promueve también un turismo responsable. Hay muchas especies y animales exóticos, entonces el proyecto intenta crear un corredor de biodiversidad para la flora y la fauna, con la intención de recuperar el espacio que antiguamente les pertenecía.
Julieta planea continuar un tiempo más en Brasil y escribir un libro, que primero será publicado en portugués y luego en español. También tiene deseos de seguir aprendiendo: ya hizo un curso de líder de ecoturismo y turismo de aventura, y ahora quiere realizar el curso de guía.
“Esta aventura y todo lo que viví desde que llegué a Brasil me mostró que no iba a ser feliz con la vida que estaba eligiendo en Argentina. Hoy en día tengo en claro qué quiero y está muy lejos de eso que hacía allá”, admite.
-¿Cómo te imaginás a futuro?
-Este proyecto me abrió mucho la cabeza acerca de lo que precisamos hacer como habitantes de este planeta, y creo que mi trabajo va a estar vinculado a concientizar a las personas para preservar el planeta en el que vivimos.
-¿Qué mensaje darías después de lo aprendido en el viaje?
-Que persigan sus sueños, porque con determinación y fe se pueden lograr.

Contacto
Quienes deseen saber más sobre este proyecto, pueden contactarse a través
de las páginas de Instagram @julisantta y @caminhodamataatlantica

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Modificado por última vez en Jueves, 31 Julio 2025 14:27

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