A sus 84 años, la psicóloga Marta Craichik se despide de la revista Familia Cooperativa tras más de cuatro décadas de trabajo, en los que compartió su saber e invitó a reflexionar sobre temas vinculados a su profesión y al acontecer cotidiano.
“La verdad fue un placer”, asegura esta porteña nacida en el barrio de Villa del Parque, quien pasó gran parte de su vida en Bahía Blanca, donde se sumó a Familia Cooperativa de la mano de los contadores Rubén Masón y Rodolfo Zoppi, artífices de esta publicación.
“No conocía mucho a la Cooperativa Obrera, ni tenía idea que había una revista…”, confiesa. “Pero me fui enterando. Por entonces había varios colaboradores y era una pu- blicación pequeña”, añade.
Además de psicóloga, Marta tiene formación docente y en sus primeros años de universidad trabajó como maestra. Dice que le gusta mucho transmitir y que la revista le permitió fortalecer aún más ese vínculo con la escuela.
“Me enteré que los maestros juntaban las revistas, hacían como un pequeño librito de mis artículos y llamaban a los padres para leerlos, realizar comentarios, investigar o buscar otros temas. Fue un plus que este medio me posibilitó sin que yo lo provoque”, reconoce.
-¿Qué otros logros obtuvo con la revista?
-Tengo muchos años de profesión, fui una de las primeras psicólogas que trabajó en Bahía y desde que se empezaron a abrir carreras relacionadas con la psicología ha habido una evolución. La gente, en general, ha aceptado más a la psicología como parte de la comprensión de la vida del ser humano: sus conflictos, sus avatares, lo no resuelto, lo resuelto, aquello que le hace ruido y que antes se dejaba pasar… Se decía “bueno, él es así” o “ella es así”, como algo ya declarado, como estilo de vida. Hoy hay un mayor acercamiento a la propia vida interior. Y creo que la revista fue como un explorador del interés de la gente en esos temas.
Marta detalla que pensar un artículo, elaborarlo, darle forma y escribirlo con lenguaje coloquial para llegar a la mayor cantidad de gente posible fue parte de su tarea cotidiana. “Una linda manera de formar parte de la revista”, asegura.
Y celebra que sus textos sobre psicología y temas vinculados como familia, pareja, educación, mundo externo, los realizó con absoluta libertad.
“Nunca me dieron una línea y lo agradezco mucho. Desde ya que no era una línea política, pero dentro de mi profesión hay líneas más o menos restrictivas”, subraya.
-¿Cómo fue cerrar este ciclo con Familia Cooperativa? ¿Qué balance realiza?
-El mejor posible. La verdad yo no lo veo como un cierre, porque los cambios los tomo como transformaciones y esta es una enorme transformación en mi vida. Después de más de 50 años vuelvo a mi ciudad natal, ¡y esa sí que es una enorme transformación! Todo cambia y nos tenemos que enfrentar a los distintas variaciones sociopolíticas y económicas, entonces está bien que la revista también se transforme.
-¿Cuál fue el mayor aprendizaje que le dejó la revista?
-La comunicación. Uno no sabe cuánta gente lee el artículo, pero está en el aire, circula… Se podrá discutir, podrá gustar o no, pero he estimulado mucho la comunicación. Tuve un programa semanal en LU2 con Jorge Tirabasso, estuve en Radio Nacional, me invitaron a mesas redondas en televisión… Ahora estoy más aplacada, pero fue algo que se fue dando, primero a través del trabajo que tenía, porque visitaba los gabinetes de todas las escuelas de la zona y las directoras me decían “¿no venís a dar una charlita a los padres?”, y “bueno, dale voy”. Nunca dije que no.
Bahía, la ciudad que le dio todo
Marta asegura que Bahía Blanca le dio todo, porque fue la ciudad en la que se casó, crió a sus tres hijos y también desarrolló su vida laboral, que tuvo inicio en la unidad de psicología del Hospital Municipal “Leónidas Lucero” y en el Hospital de Salud Mental.
Su presente, sin embargo, está en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí retornó para radicarse en el barrio de Belgrano, donde está más cerca de sus hijos y de sus nietos, a la vez que puede seguir con la atención de pacientes.
“Soy una persona grande y de mi familia de origen sólo quedan primos. El resto ya no está, por eso hablo de transformación. Un ciclo grande de mi vida en Bahía Blanca estaba finalizando y lo importante es ser fiel a lo que uno siente y necesita, lo cual me trajo nuevamente a Buenos Aires, cerca de mis seres queridos, pero con autonomía”, afirma.
-A modo de despedida, ¿qué le diría a los lectores de la revista Familia Cooperativa?
-Como decía Freud, la vida está sustentada en dos pilares: trabajar, que puede ser tener un deseo; y amar a quien está al lado nuestro. Si algo dejaron los artículos fue este mensaje: dialogar, llegar a acuerdos, tomar decisiones, alejarse de la violencia, porque nadie la merece. Los artículossiempre los enfoqué desde ese punto de vista, no como algo idealizado, sino como algo realista; amar y tener deseos es el gran motor de la vida. Y la vida es lo que uno hace. Se pueden tomar decisiones más allá de la edad, porque la edad es la de los deseos. Creo que esto es lo mejor que pude haber dejado en la revista, y si a alguien le sirvió, ya estoy satisfecha.