Ryan Walter y una historia de invención y emprendedurismo

By Familia Cooperativa Junio 24, 2024 344 0
Con tan solo 21 años, el joven nativo de Villalonga creó Polielectric, una empresa que fabrica aisladores eléctricos sostenibles con maquinaria propia y a partir del reciclaje de silo bolsas, cumpliendo con las apreciadas características de la economía de triple impacto: contener valor económico, producir impacto social y generar beneficios ambientales.


Inquieto y curioso, Ryan Walter comenzó a forjar su historia de invención y empredurismo desde muy pequeño. Hoy, a los 21 años, hace dos que fundó en su Villalonga natal Polielectric, una empresa que fabrica aisladores eléctricos sostenibles, que se colocan en los alambrados para contener al ganado dentro de una zona de pastura.
Su amor por la mecánica y la ingeniería comenzó a evidenciarse ni bien ingresó al secundario, aunque no sabe bien de dónde salió ese interés, porque su papá Ariel Walter es apicultor y su mamá Diana Kirs, profesora de música.
Lo cierto es que su inagotable curiosidad por saber cómo funcionan las cosas lo llevó desde muy chico a desarmar juguetes, arreglar electrodomésticos, fabricar objetos… Y con apenas 13 años se metió de lleno en la mecánica, incentivado por videos de YouTube y otras plataformas que le explicaban cómo hacer las cosas.
“También empecé a ir a un taller del barrio donde conocí cómo era el trabajo de arreglar autos, desarmar motores, armarlos… Fui aprendiendo y cuando tuve unos ahorros se me dio por comprar un auto muy barato que estaba destruido para desarmarlo con la idea de armar un auto todoterreno, capaz de andar en la arena y en los campos y así poder disfrutar de eso, ya que siempre mi ilusión fue correr en karting”, admite.


En ese primer desafío Ryan pasó horas y horas encerrado en el taller, aprovechando los períodos de vacaciones escolares para darle una mano a su papá con la apicultura y así juntar unos pesos para financiar el proyecto.


Recuerda que por entonces iba muy a menudo a la ferretería y en una de sus visitas, tuvo una idea que lo cambió todo: fabricar aisladores eléctricos sostenibles a partir del reciclado de plástico, con moldes y maquinaria propia.
Con el objetivo en mente, decidió arrancar con tapitas de plástico, pero enseguida se dio cuenta de que no iba a poder escalar la producción. Fue entonces cuando un conocido le recomendó probar con el material con el que se realizan los silo bolsas.
“Así empecé a experimentar con ese plástico, y la verdad que funcionó muy bien. A partir de ahí empecé a reformar las máquinas y a construirlas específicamente para reciclar este tipo de plástico, procurando minimizar el uso de energía y contaminando menos agua que una cadena de reciclaje tradicional”, afirma.
De tal manera encontró una respuesta a una problemática global, de la que obviamente no escapa nuestro país, donde se desechan alrededor de 55.000 toneladas de plástico de silo bolsas. Y a este hecho se suma otro beneficio: ese plástico tiene incorporado un protector UV que garantiza protección extra a sus productos.
Desde que se inició con el proyecto, Ryan le dedica todo su tiempo. Incluso dejó de lado la carrera de Ingeniería Electromecánica que había iniciado en La Plata, tras dos años de cursada.
“No me arrepiento, porque estoy feliz por la decisión que tomé. A mi familia le costó comprenderla hasta que el proyecto empezó a tener resultados. De alguna manera demostré que también es posible transitar otro camino”, subraya.
No obstante, la capacitación fue importante. Ryan realizó seminarios y cursos empresariales, y mientras estudiaba contó con el apoyo de Usina de Ideas, un proyecto de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas que le dio algunas herramientas para lanzarse al mundo del emprendedurismo.

Autodidacta por naturaleza

-¿Hoy seguís aprendiendo por cuenta propia?
-Sí, soy autodidacta, y hago algún curso cada tanto… Soy un convencido que la práctica y la recopilación de información, contactos y experiencias de otros que han pasado por el mismo camino que uno quiere seguir, es fundamental.
También lo es el apoyo y el trabajo en equipo. Desde hace un tiempo Ryan no está solo, porque se sumaron al proyecto Ignacio Pouce, que es su socio de Córdoba, y Lucas Eiras, quien se encarga del marketing y las redes sociales.
-¿Cómo funcionan los aisladores que comercializan?
-Por ahora fabricamos el aislador de rienda y la manija aislante, que básicamente no permiten que la corriente del cerco eléctrico se desvíe hacia el piso, manteniendo su efectividad para que cuando una vaca se acerque reciba una descarga a manera de aviso y no pase hacia otro lado.
-¿Y cuáles son los beneficios ambientales?
-Se dan en dos sentidos: por un lado reciclamos toneladas de plástico que en la mayoría de los casos teminaría siendo quemado o enterrado, y por otro incentivamos el uso del pastoreo rotativo en la actividad ganadera. Este sistema administra la tierra de forma más eficiente y ecológica, ya que permite absorber más carbono del que se emite.
-¿El interés por la susten- tabilidad te lo transmitieron o es propio?
-Creo que fue más una cuestión generacional. Hacer plata sin importar el medioambiente ya no se concibe, y sin duda hay que buscar actividades económicas que también tengan beneficios sociales y ambientales.
Ryan también destaca que gracias al sitio web polielectric.net, las redes sociales y la difusión del proyecto de boca en boca y a través de medios de comunicación e instituciones, los aislantes se venden en distintos puntos del país.
-¿Tienen la idea de comercializarlo en el exterior?
-Sí, la idea es comercializar afuera no solo aisladores sino otras líneas de productos vinculados a rubros que van más allá del agro.
Hoy el espacio de trabajo es el galpón de su abuelo Alberto Walter, pero Ryan no descarta mudarse a otro lugar e incluso construir una planta cuando la demanda lo requiera.
-¿Cuántos aisladores se pueden obtener por cada bolsón de plástico de silo bolsas?
-Aproximadamente unos 1.500 aisladores por bolsón de plástico, que juntamos por cuenta propia en la zona de Villalonga, para que el productor no tenga que preocuparse por ese desecho que es sumamente difícil de manipular, porque es pesado al estar siempre sucio y con agua.
-¿Cuánto tiempo te llevó construir la maquinaria para este proyecto?
-En dos o tres meses ya la tenía funcionando. Me las tuve que ingeniar para conseguir el financiamiento, pero en sí la construcción fue bastante rápida.
-¿Emprender fue más difícil de lo que creías?
-Siempre creí que resultaría problemático, pero cuando te empezás a encontrar con la realidad y los distintos obstáculos, sin dudas resulta más difícil. Pero tengo coraje y de alguna manera voy sorteando inconvenientes, cueste lo que cueste.

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Modificado por última vez en Lunes, 24 Junio 2024 13:22

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