Una amistad forjada en base a caracoles

By Familia Cooperativa Diciembre 18, 2025 5 0
La increíble historia detrás de una colección única que puede apreciarse en el Museo de Ciencias Naturales de Monte Hermoso, y que fue producto de la amistad que sellaron en los ‘80 el exdirector Vicente Di Martino, el matemático Gustavo Pollitzer y el pescador Leif Larsen.


El Museo de Ciencias Naturales de Monte Hermoso “Vicente Di Martino”, inaugurado el 21 de septiembre de 1977, exhibe desde la primavera pasada una colección singular: una muestra de caracoles provenientes de distintos mares del mundo que guarda, detrás de cada pieza, una historia de amistad nacida en las playas del balneario.
Uno de los protagonistas es el propio Vicente Di Martino, creador del museo y su director hasta su fallecimiento, acontecido el 10 de enero de 2011. “El museo era su vida”, recuerda hoy su hija Natalia.
La historia se completa con dos figuras muy distintas entre sí, pero unidas por la pasión y el mar: el ingeniero y matemático bonaerense Gustavo Pollitzer y el pescador artesanal montehermoseño Leif Larsen.
“Para esta colección de caracoles ambos fueron fundamentales”, explica Natalia, quien describe a su padre como un autodidacta apasionado por la biología, la geología y la historia, aunque su gran amor era la paleontología. Por eso el museo conserva una de las muestras de fósiles más importantes de la región.
Gustavo, por su parte, coleccionaba caracoles por su vínculo con la matemática: las formas, las proporciones, las espirales perfectas, a las que tomaba en cuenta a la hora de brindar charlas y conferencias en universidades de distintas partes del mundo. Natalia lo recuerda poco -solo lo vio dos o tres veces cuando era muy chica-, pero tiene presente esa fascinación.
A Leif, en cambio, lo conoció muy bien.
“Además de conocer el mar a la perfección, sabía cada uno de sus secretos. Era sabio y tenía una cultura general que no coincidía con su aspecto desprolijo. Su mirada cristalina dejaba ver su alma buena. Los perros callejeros se le pegaban… Y siempre hacía la vertical porque decía que era buena para la circulación, pero yo creo que intentaba entender el mundo del revés”, cuenta.
Pese a sus vidas distintas, Vicente o Dim como todos lo llamaban, Gustavo y Leif forjaron una amistad que hoy se refleja en los más de 400 caracoles exhibidos en el museo, que funciona en Faro Recalada 243.
Todo comenzó en 1980, un año muy significativo para los montehermoseños porque se cumplía el primer aniversario de su autonomía.
Dim mantenía con Gustavo una relación laboral, pero también de amistad y aventuras. Gustavo solía viajar con su familia a las playas de Monte Hermoso y, gracias a sus recorridos por el mundo, había reunido una gran colección de caracoles provenientes de distintos mares. Ese año especial, se la prestó a Dim para exponerla en el museo.
“Cada caracol era una escultura, una obra de arte de la naturaleza. Había caracoles de colores fosforescentes, cuando todavía esos tonos tan fuertes y llamativos no venían en nuestras cajitas de lápices”, recuerda Natalia, que en ese entonces rondaba los 3 años.
Un día, Leif -que caminaba por la rambla con sus perros- vio las cajas de caracoles y quedó fascinado, porque no se parecían a los que solía encontrar en sus costas. Fue entonces cuando los tres protagonistas de la historia sellaron un pacto. Gustavo les dijo a Dim y a Leif que si ellos le enviaban cara-coles de Monte Hermoso a Buenos Aires, él podía intercambiarlos en sus viajes con museos y coleccionistas de distintos países. Así podrían armar una colección propia con ejemplares de todo el mundo.
Ese intercambio se mantuvo durante ocho años, hasta que Gustavo fue asesinado por delincuentes durante un viaje a Brasil. La colección quedó trunca y Dim guardó los gasterópodos en cajas hasta fines de 2024. Fue entonces cuando Natalia recibió un mensaje de Ana Pollitzer, la esposa de Gustavo, quien junto a sus hijos habían decidido donar su colección de caracoles y “creían que el mejor destino era ‘el museo de mi papá’”.
Así, el 21 de septiembre pasado se inauguró la exposición de malacología donada por la familia Pollitzer.
“Tenemos alrededor de 350 caracoles que donaron, a los que sumamos otros 70 de una exposición de Dim. Así que contamos con casi 420 ejemplares”, explica Natalia Sánchez, quien trabaja en el museo desde 1994 y en 2011 se convirtió en su directora tras el fallecimiento de Di Martino.
Según detalla, muchos caracoles siguen guardados por falta de espacio para exhibirlos. Por eso eligen los ejemplares más representativos y llamativos para mostrar una parte del conjunto.

Otros atractivos

La directora Natalia Sánchez detalla que la exposición principal del museo está integrada por restos fósiles de la megafauna que habitó la costa de Monte Hermoso entre 12.000 y 25.000 años atrás.
“Dentro de esos animales podemos encontrar restos de toxodonte, megaterio, macrauquenia, gliptodontes, algún oso y algún caballo. Hay una variedad importante: son huesos bastante grandes que llaman la atención”, explica.
El museo también cuenta con imágenes de un sitio de huellas humanas de 7.000 años, incorporado en 2005 a la Reserva Natural Provincial Pehuen Co–Monte Hermoso. Y en verano, las vedettes son las medusas, a las que se les destinó un espacio especial que le permite al público conocer su comportamiento.
“Tenemos muchas visitas. En invierno trabajamos mucho con grupos escolares locales y regionales, y en verano, obviamente, con el turismo. Recibimos mucha gente de Bahía Blanca, La Pampa, y después de Córdoba, San Juan, Mendoza…”, destaca la directora.
El museo también apoya y participa de campañas a favor del cuidado ambiental impulsadas por el programa Playas Limpias. Una de ellas se llama “Yo regreso” y consiste en devolver los caracoles al mar: quienes los tienen en sus casas pueden dejarlos en una urna del museo para que, al final de la temporada, una lancha los lleve nuevamente a su hábitat natural.

“La idea es que el caracol sea un elemento natural del ambiente, no un souvenir. Tiene que quedarse en la playa; por eso tratamos de concientizar desde ese punto con esta pequeña acción”, subraya.


La gente también se suma a otras iniciativas, como la separación de residuos y el depósito de colillas en las latitas colocadas en los paradores.
“El compromiso es que entre todos podamos cuidar este balneario que es tan bonito. De golpe pasamos de ser 10.000 habitantes a más de 100.000 en un fin de semana de pleno verano y el ambiente se deteriora. Entonces, si entre todos sumamos buenas acciones, creo que vamos a tener playa limpia por mucho tiempo más”, destaca.

Horarios
Durante el verano, el museo se puede visitar de 8 a 14 y de 18 hasta la medianoche. El resto del año abre de lunes a viernes de 8 a 20; y los sábados, domingos y feriados, de 14 a 20.

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Modificado por última vez en Jueves, 18 Diciembre 2025 14:10

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