Carolina Fenoy y Santiago Bertaina tienen 27 y 31 años, respectivamente. Se conocieron hace tres años trabajando en la planta de Arcor y están juntos desde hace un año y medio.
Aunque en Córdoba surgió el amor, ninguno es oriundo de esa provincia. Ella, licenciada en Administración de Empresas, nació en la ciudad mendocina de General Alvear y pasó gran parte de su vida en San Luis. Y él, recibido de ingeniero industrial, es de la localidad santafesina de El Trébol.
Carolina y Santiago llevaban una vida muy rutinaria, que en apenas nueve meses, el tiempo que pasó entre que decidieron vivir viajando para unir Ushuaia-Alaska y pudieron vender todo para encender el motor de la camioneta en la que se trasladan, cambió por completo.
Salieron el 6 de enero de 2020 desde San Luis, luego de pasar las fiestas con sus familias, y recorrieron varias provincias, entre ellas La Rioja, San Juan, Mendoza y Neuquén. El 18 de marzo llegaron a Bariloche y como la situación sanitaria estaba complicada por la pandemia de coronavirus, decidieron realizar un alto en el camino. Al día siguiente, el Gobierno nacional decretó la cuarentena.
Gracias a “unos amigos de unos amigos” consiguieron alojamiento en un complejo de cabañas y como no les quisieron cobrar, realizaron cuanto trabajo pudieron para devolver el favor. Estuvieron hasta el 4 de diciembre, día en que retomaron la ruta para recorrer El Bolsón y parte de las provincias de Chubut, Tierra del Fuego y Santa Cruz, donde están actualmente.
Carolina confiesa que prefieren los lugares menos conocidos o con poca explotación turística. Y sobre todo, la montaña. Por eso, al momento de recomendar dónde hacer turismo, nombra esos espacios.
“Nos sorprendió mucho Ojo del Albino, en Ushuaia. Ya en el camino fue fantástica la laguna Esmeralda por el color del agua, pero al subir y encontrarnos con ese terrible paisaje fue maravilloso. No es un trekking para cualquiera y quienes no hacen actividad de montaña tienen que ir con un guía, pero es fabuloso verlo. Nos pasó lo mismo con el volcán Copahue, en Neuquén, que está en actividad: subir y llegar hasta al lado del cráter fue fantástico”, resalta.
Otros lugares que maravillaron a la pareja fueron Valle Hermoso en Mendoza, donde “la montaña cae en el lago y se siente mucha tranquilidad”; la laguna Brava y la mina La Mejicana, en La Rioja.
“La mina dejó de funcionar hace varios años pero está todo intacto, entonces llegás a las estaciones y te encontrás con herramientas, carritos, todo… ¡Hay muchísima historia!”, añade.