Mis padres fueron atinados en dejarme hacer cosas desde chico, porque gracias a eso pude tener desenvolvimiento y soltura para la vida cotidiana”, dice el marplatense Pablo Martínez, recordando los momentos posteriores a que una neuritis óptica bilateral marcara un punto de inflexión en su vida.
Recuerda que, por entonces, cuando aún no había cumplido los 5 años, perder la vista no implicó paralizarse y, pese a no calcular en principio con demasiada precisión las distancias y sufrir más de un golpe, comenzar a desandar un camino lleno de obstáculos en el que jamás se detuvo.
En esto, remarca, también tuvo que ver el apoyo incondicional de sus amigos, que siendo muy chicos naturalizaron la situación y lo ayudaron a seguir adelante.
Hoy, a los 33 años, es padre de una hija, alquila, estudia Filosofía y dedica mucho tiempo al surf adaptado, actividad que empezó a practicar en 2016 tras probar distintas disciplinas. Asegura que ama el deporte y que se decidió por el surf después que una profesora del gimnasio al que asistía lo animó a practicarlo.
-¿Qué tan difícil es el equilibrio sin visión? ¿Cómo se entrena?
-Para la práctica se entrena el reconocimiento de las distintas partes del cuerpo y que estén alineadas, ttrabajando mucho sobre la postura y la dinámica. Hay dos conceptos: la homeostasis, que se aplica en cuestiones que tienen que ver con la parte interna de nuestro cuerpo, y la homeoquinesis, que se pone en juego cuando estoy parado en una tabla surfeando una ola.
“Ahí debo responder lo más rápido posible a los estímulos que tengo que interpretar, porque al no tener visión no puedo anticiparme a lo que va sucediendo en la ola. Sí me puedo adelantar a los movimientos a través de lo que me indica el entrenador”.
Según Pablo, estar arriba de una tabla siempre produce sensaciones distintas, porque todo es tan vertiginoso que se pasa de una situación a otra con suma facilidad.
Por esa razón, hay días que sale del mar tranquilo y reflexivo, y otros que termina tan agotado como contento. También están aquellas jornadas en que no puede desarro- llarse lo planeado y afloran las preguntas.
-¿Qué significa el surf en tu vida?
-Es un deporte que me permitió vivir experiencias que no encontré en otros proyectos de vida. Por ejemplo viajar al exterior, que era un deseo que tenía desde chico. Con el surf adaptado fui campeón argentino, gané dos sudamericanos y competí en cinco mundiales, alcanzando mi mejor marca el año pasado.
“Quedé afuera en semifinales y constituyó una satisfacción personal, compartida con mi entrenador. Fue el año que mejor llegué desde lo físico, muy bien preparado y obviamente con una edad distinta a la que comencé. Llegar hasta ahí representa una sensación de alegría y también de decir ‘estuve cerca y no me pude meter en la final’, pero con la certeza de que ajustando algunos detalles se puede estar en una definición”.
El Mundial, su gran objetivo
Además de los resultados, Pablo supo ganar un modo de trabajo que le permitió incorporar hábitos de alto rendimiento, algo que al principio le costó sobremanera. Dice que hay una estructura muy difícil de sostener y que tuvo que incorporar profesionales en medicina, nutrición y alto rendimiento deportivo, quienes lo ayudan a ir ajustando detalles.
Si bien no se formó como instructor de surf, cuenta que suele sugerir ciertas cuestiones cuando otra persona ciega comienza a transitar sus primeros pasos en este deporte, a partir de la experiencia que junto a su entrenador, Fernando Elichiribehety, fueron recogiendo acerca de las formas de trabajar en otros países.
¿El surf adaptado tiene apoyo o cómo solventan los gastos?
-En general no hay en el surf adaptado deportistas profesionales. Más allá de dos o tres excepciones muy puntuales en el mundo, el resto somos todos amateur. Cada vez que viajamos hemos tenido que hacer todas las gestiones, aunque eso fue cambiando un poco con los años.
“Para el primer Mundial que fui organicé eventos con mi entrenador para poder juntar los fondos, viajar y representar a la Argentina, y para el último tuvimos el acompañamiento de la Secretaría de Deportes de la Nación, que solventó los gastos de pasajes y estadía. Entonces se hizo un poco más sencillo, pero para cada uno de los que vamos a competir, no deja de representar también un esfuerzo económico”.
-¿Qué es lo más difícil del surf adaptado, lo que más te costó?
-Como sucede en cualquier deporte, hay que tener constancia. En mi caso siempre voy acompañado por un entrenador y a veces cuesta el tema de coincidir con la disponibilidad de tiempo, pero le buscamos la vuelta. Después el mar también tiene que ver, porque deben darse las condiciones para poder surfear y también el frío, que a veces complica un poco, más allá de que nos metemos igual.
“Por último los materiales del surf tienen un costo bastante elevado y ahora que tenemos que renovarlos nos está costando un poco. Ese es un resumen de las cosas difíciles, pero por supuesto que hay muchas más”.
Hoy su gran objetivo es el Mundial. Y para eso asegura que llevó adelante un cambio importante en la planificación, que entrena de forma muy prolija y que modificó en parte la alimentación, por lo que espera que todo lo realizado se traduzca en un buen resultado.
Mientras tanto atraviesa un presente muy satisfactorio y quiere aprovecharlo. Sostiene que tanto en el deporte como en una carrera, una profesión o un trabajo, todo se resume a poder brindar un par de respuestas positivas.
“Cuando uno se acuesta y apoya la cabeza en la almohada está bueno preguntarse dos cosas: si estás viviendo una vida que te gusta, que tenés ganas y deseás vivir; y si estás rodeado de gente que querés y que siente cariño por vos. Si alguna de esas dos cosas no se responden de manera positiva, uno debería sanamente modificar lo que sea necesario”.
-En tu caso, ¿esas dos preguntas tienen una respuesta favorable?
-Hace un tiempo que sí, pero me llevó un buen rato darme cuenta de qué cosas debía cambiar y cuál era el modo. Desde hace un tiempo estoy haciendo una vida que si bien tiene sus complejidades, sus exigencias y sus dificultades, es acorde a lo que espero y me gusta.