El destino de Iván Prato parece marcado desde que comenzó a transitar los primeros pasos en su vida. Es que con apenas 4 años ya picaba una pelota en la cancha del club Unión Central, su “segunda casa”, como él mismo admite.
Además, el legado basquetbolístico familiar también hizo lo suyo, a partir del trayecto realizado por su hermano Tiago en las divisiones formativas de la entidad aurinegra y de su papá Horacio, también jugador en su juventud y de quien heredó el fuerte temperamento que evidencia en el terreno de juego, además del incondicional apoyo de su mamá Andrea desde la tribuna.
Hoy, con 16 años cumplidos el 21 de enero pasado y en plena formación, se ha convertido en una de las grandes proyecciones del básquetbol argentino, a partir de sus condiciones y de sus 207 centímetros, una estatura poco usual para su edad.
“Iván siempre marcó diferencias con su altura, pero al mismo tiempo cuenta con un cuerpo muy coordinado. Tiene muchos recursos, porque pese a su tamaño hace cosas que no son comunes para la edad y además le gusta entrenar”, destaca Mauricio Godoy, su entrenador en el equipo de Villa María.
En tanto, para Martín Villagrán, quien encabeza el cuerpo técnico del seleccionado nacional U15,  “es un jugador sumamente interesante, con un buen dominio de su físico y, lo que es más importante, una actitud muy positiva para seguir aprendiendo, a partir de una personalidad que busca la mejora constante”.
Según Villagrán, en lo sucesivo “deberá seguir trabajando para transformarse en un jugador completo, ya que tiene muchas cualidades para poder lograrlo”.
Mientras Iván es considerado como un proyecto serio para el futuro de la selección argentina, con todo por delante para seguir creciendo, comenzaron a llegar ofertas de clubes europeos, principalmente de Italia y España, deseosos de sumarlo a sus filas.
“Para mantener su evolución, Iván necesita entrenarse y jugar con chicos que le ofrezcan mayor resistencia, más allá del trabajo físico y técnico que también debe realizar”, acota Villagrán.
Por tal motivo, ya con la decisión tomada acerca de que la carrera de Iván continuará fuera de nuestro país, la familia Prato evalúa ofertas con miras a adoptar la mejor decisión en el corto plazo, tras un 2022 por demás extenuante.
“Fue un año de mucha actividad en distintas competencias, tanto a nivel de clubes como con la selección, con concentraciones incluidas, en la que estuve poco y nada en casa. Una sumatoria de partidos desgastante, que me sirvió para ver dónde estaba parado”, resalta, con una claridad de conceptos que llama la atención.

Un paso al más allá

-Estás frente a una gran posibilidad de continuar formándote en otro nivel de exigencia. ¿Cómo lo tomás?
-Con tranquilidad, a pesar de que en el último tiempo me pasaron cosas inesperadas, como jugar torneos internacionales con chicos más grandes, con diferencia física y de edad, que representaron un roce importante para mí.
-Con este paso que estás por dar, ¿pensás que de aquí en más tu vida estará exclusivamente ligada al básquetbol?
-Eso no lo puedo determinar, porque nunca se sabe qué puede llegar a pasar. No puedo negar que estoy entusiasmado con que el básquetbol represente una gran posibili- dad en mi vida, pero también contemplo terminar el secundario y, por qué no, seguir una carrera universitaria que esté ligada de alguna manera al plano deportivo, desde el aspecto kinesiológico o nutricional.
-Una de la ofertas que recibió tu representante provino del Varese, el club italiano donde Luis Scola, uno de lo estandartes de la Generación Dorada, es uno de los dueños mayoritarios. Si se llega a dar, ¿qué representaría para vos tener cerca a tamaña figura y además contar con la posibilidad de jugar con Tomás, uno de sus hijos?
-Sin lugar a duda estoy frente a una oportunidad muy grande para dar un salto de calidad. Si se da, mi mamá me acompañaría en principio durante un tiempo en Europa hasta obtener la ciudadanía. Me encantaría poder jugar con Tomás, con quien tengo una excelente relación. Es un amigo con el que compartimos la habitación en muchas concentraciones de distintas selecciones.
-¿Cuál considerás que es tu mayor virtud en el juego y en qué debés mejorar?
-Me apasiona jugar de frente al aro y creo que lo hago bien, porque tengo la movilidad que se requiere para jugar en el perímetro y sinceramente no me veo jugando cerca o de espaldas al cesto. Tengo que mejorar el tiro de tres puntos, una necesidad en el  básquet actual, defender mucho mejor y saber manejar el  temperamento, para no tensionarme tanto en ciertos momentos de los partidos.
-¿Jugar en la NBA también está en el radar?
-Es un sueño que me gustaría que se cumpla, pero también reconozco que me encanta jugar y tener minutos, así que si no los consigo por ahí es preferible apuntar a otra competencia. Si se da iré con los brazos abiertos y si no de da no sucederá nada.
-¿Tenés algún jugador que te sirva de espejo?
-Me gusta el estilo de Kevin Durant, porque supera los dos metros pero tiene muy buenos movimientos lejos del cesto. Ojalá algún día pudiera tirar y defender como lo hace él.
-La última, dame una impresión acerca de Villa María…
-Es “mi” ciudad y la voy a extrañar mucho cuando me vaya, aunque la llevaré en el corazón esté donde me toque estar. Si la tengo que describir digo que es linda a partir de sus espacios verdes y si tengo que elegir un lugar me quedo con la costanera, porque está enfrente del Polideportivo y además de ser “el” paseo es un ámbito ideal para realizar actividades deportivas.
“Eso sí, quien venga a Villa María no puede perderse el Festival de Peñas. Mueve mucha gente y tiene un encanto particular que es digno de conocerse”.