Una cooperativa de músicos en pleno auge

Conformada por 15 integrantes y con 4 discos grabados, La Delio Valdez atraviesa una etapa de franco ascenso. La reconocida orquesta de cumbia, que esgrime una propuesta propia a partir de un ritmo que surca Latinoamérica, eligió en su conformación el asociativismo por “las fortalezas de construir y generar algo colectivamente”.


La Delio Valdez comenzó a gestarse en Buenos Aires en 2009 y, a partir de entonces, eligió transitar un camino musical marcado por la independencia, la autogestión y el cooperativismo.
Santiago Moldovan, el clarinetista de la banda de cumbia compuesta por 15 miembros, remarca que la constitución de la cooperativa se plasmó “desde el minuto cero”, aunque la formalización llegó en 2016, cuando se iniciaron los trámites, y recién en 2019 obtuvieron la matrícula en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).
Según explica Moldovan, la agrupación optó por el cooperativismo por múltiples razones, entre ellas la horizontalidad, la transparencia y “las fortalezas de construir y generar algo colectivamente”.
“Cuando se nos complica llegar a consensos o conclusiones para tomar decisiones, suele pasar que lo que decanta del grupo, de la decisión colectiva, es lo mejor, lo más íntegro, lo correcto, lo adecuado para todos”, asegura.
Destaca, a su vez, que la Delio es una gran familia que pasa muchas horas y días compartiendo viajes, ensayos, asambleas y trabajos en comisiones. Y todo es posible “gracias al aprendizaje de estos años y del trabajo cooperativo, que nos permitió cono-cer al otro, tener en cuenta los momentos y las formas, y aprender a convivir. Así como hemos crecido musicalmente, también hemos crecido en ese aspecto”.
Antes de la pandemia, la banda realizaba más de un centenar de espectáculos por año. Y aunque el coronavirus frenó por completo su actividad, desde agosto de 2021 ha podido recuperar gran parte de la agenda.
Santiago señala que una de las cosas más placenteras que les viene regalando la música es la posibilidad de compartir escenario con varios artistas a los que admiran, como les pasó el año pasado con Abel Pintos y Karina, con quienes realizaron un homenaje a Gilda en la ceremonia virtual de los Premios Gardel.
-En sus comienzos en Bahía Blanca, Abel Pintos tomó parte del Coro de Niños de la Cooperativa Obrera. ¿Cómo fue trabajar con él?
-Bastante especial, porque la idea que a veces uno tiene de figuras de su calibre son prejuicios equivocados, acerca de que van a ser inaccesibles… Y la verdad es que apenas hicimos el contacto resultó una persona recontra disponible, muy humilde, que se copó enseguida con el proyecto que le propusimos, que se enganchó, que empezó a proponer cosas, y que esas son las colaboraciones que dan gusto hacer. Hoy en día la industria de la música te pone en el lugar de estar haciendo estos cruces y muchas veces tienen que ver más con intereses comerciales que con otra cosa, pero lo cierto es que cuando los vínculos se dan así, tan fluida y naturalmente, resulta un auténtico placer.

Un objetivo común

“El cooperativismo es un ejercicio en el que cada asamblea se aprende a escuchar al compañero, a buscar consensos, a trabajar en grupo”, sostiene Manuel Cibrián, vocalista y guitarrista.
“¿Cómo funcionan las asambleas y los espacios dentro de la banda? Nos juntamos todas las semanas y debatimos democráticamente cada tema. La decisión final es tomada entre todos y avalada por los 15 miembros de la cooperativa. Entendemos que es la forma más sana, porque entre otras cosas nos permite no estar asociado a un sello discográfico que de un día para otro te suelta la mano y se termina todo”, subraya.


“La Delio Valdez es una usina de generar contenido y por eso tenemos comisiones para muchas cosas: hacer la ropa, sacar los discos y los videos, realizar nuestras propias transmisiones de YouTube”, reconoce el trombonista Damián Chavarría.


Para el saxofonista Pablo Broide, “en general y socialmente, la cooperativa estaba vista en principio como algo que tenía que ver con empresas recuperadas o proyectos productivos. Y si bien también está estrechamente ligada a la economía informal, la música no aparecía ahí”.
“Otro de los aspectos por los cuales elegimos el cooperativismo se basó en tener dignidad laboral y poder contar con algo equivalente a un recibo de sueldo que nos posibilitara alquilar y acceder a créditos, como lo hace cualquier otro emprendimiento productivo”, agrega.
En tal sentido, admite que “en la música es rarísimo pensar en recibir un préstamo para invertir en equipamiento, armar una sala de grabación y producir un disco o un videoclip”.
Según Broide, si bien la banda “no está vista como una organización y ni siquiera como empresa, genera puestos de trabajo a partir de lo que la cultura moviliza”.

Más sobre la banda

La Delio Valdez, que en 2019 fue reconocida con un premio Gardel por su álbum “Sonido subtropical” y celebró sus 10 años en el Gran Rex, continúa un camino de crecimiento. Actualmente tiene 4 discos y uno de los desafíos para este 2022 se centró en presentar el último, cuyo lanzamiento quedó relegado por la explosión de casos de Covid-19.
Se trata de “El tiempo y la serenata”, un álbum que refleja las emociones y sensaciones de sus músicos en este contexto de pandemia. Si bien ya han tocado sus canciones, recién a mediados del mes pasado hicieron la gran presentación nada menos que en el estadio Luna Park. En tanto, a lo largo de este año, la agrupación está dando a conocer el disco tocando a lo largo y ancho del territorio nacional.
La banda retoma la formación de las grandes orquestas colombianas de antaño con una identidad propia y un formato que permite fusionar lo eléctrico y lo acústico.
Su repertorio combina obras originales del grupo con arreglos propios de cumbias pertenecientes al cancionero latinoamericano, e incorpora recursos provenientes de la tradición andina, la salsa, el rock, el jazz o el reggae, dando lugar a un estilo que es, a la vez, tradicional y moderno.
La orquesta está compuesta por Pedro Rodríguez en voz y timbal; Sebastián Agüero en congas; Tomás Arístides en güira y congas; María Ximena Gallina en bongó, alegre, caja vallenata y coros; Manuel Cibrián en voz y guitarra, y León Podolsky en bajo.
A ellos se suma una sección de siete vientos con Agustina Massara (saxo alto); Pablo Broide (saxo tenor y maracón), Santiago Moldovan (clarinete), Milton Rodríguez y Damián Chavarría (trombones), Pablo Vázquez Reyna y Agustín Zuanigh (trompetas). Y las voces de la colombiana Ivonne Guzmán (ex Bandana) y del argentino Black Rodríguez Méndez.

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Modificado por última vez en Viernes, 19 Agosto 2022 10:55

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