A pesar de constituir un país pequeño, Irlanda puede ofrecer una variedad de alternativas que incluyen un valor agregado: la reconocida amabilidad de su gente.
Con su impecable combinación de monumentos clásicos y parques naturales enmarcados por montañas, Dublín (una ciudad íntima y acogedora) representa una aventura en sí misma.
Asimismo, en el centro urbano de la capital irlandesa puede apreciarse el Trini-ty College Dublín, la universidad más antigua del país, establecida en 1592 por la reina Isabel I y que ha visto pasar por sus aulas algunos aventajados alumnos que se convertirían en grandes personalidades, como Samuel Beckett, Bram Stoker, Oscar Wilde o Edmund Burke.
Situada a orillas del río Nore, Kilkenny es una ciudad digna de conocerse por sus edificios medievales y su vida nocturna. Otro tanto sucede con Galway, un puerto importante situado en la costa oeste, donde el río Corrib se une con el océano Atlántico.
En Irlanda del Norte el lugar obligado es Belfast, tristemente conocido durante las últimas décadas del siglo XX por los violentos conflictos desatados entre sus dos principales comunidades (republicanos y unionistas), pero que hoy vuelve a disfrutar de una convivencia pacífica.
La capital norirlandesa es la cuna del Titanic. En tal sentido resulta necesaria una visita al Titanic Belfast, un monumento y museo dedicado al barco, inaugurado en el año del centenario de su hundimiento.
El museo cuenta con seis plantas que exploran la historia de la nave, de la gente y de la ciudad que lo construyó. Allí se pueden visitar reconstrucciones de los camarotes, de las cubiertas y de las salas de máquinas y también se proyecta al público una conexión en directo con los restos de la embarcación.
En el oeste de Belfast es recomendable recorrer la ruta de los murales, mientras que en el norte y en el sur de la ciudad pueden apreciarse los bellos lugares en los que se filmó buena parte de la serie Game of Thrones.