El descanso representa un componente fundamental dentro de una rutina saludable y de ahí que dormir sea una parte muy importante de nuestras vidas.
Por tal razón, los especialistas en el tema hacen hincapié en que, durante el sueño, se consolida la memoria, mejora el humor y se afianza el aprendizaje, entre otras cosas.
A su vez, la falta de sueño puede provocar cambios anímicos y cognitivos como irritabilidad, ansiedad, decaimiento y falta de concentración. Pero más allá de que pueda generar fatiga y malestar, a largo plazo puede repercutir directamente en nuestra salud y asociarse con la obesidad, la diabetes, la depresión o las enfermedades cardiovasculares.
En su libro Buenas noches, el médico Pablo Ferrero, experto en Medicina del Sueño e influencer, destaca que “existen tres necesidades básicas que todos los seres humanos hacemos solos o acompañados: comer, movernos y dormir. Hay mucha información acerca de cómo alimentarnos y cómo ejercitarnos, pero poco sabemos respecto del sueño”.
“Después de 20 años de experiencia trabajando con problemas del sueño detecté que muchas personas consideran que dormir es una obligación, una tarea más en su rutina. Nadie lo toma como lo que es: un momento primordial que condiciona la calidad de vida. Esto se debe a que muchos desconocen todos los procesos que ocurren en nuestra mente (y en nuestro cuerpo) mientras dormimos”, asegura.
Ferrero sostiene que en los tiempos actuales “la sociedad está empujada a producir y a ser cada vez más capaces, por lo que muchos creen que dormir destruye la eficiencia. Sin embargo, es todo lo contrario: dormir poco o incluso mucho pero mal motiva que la operativi- dad y la calidad del trabajo sean cada vez peores”.
Acerca de cómo se manifiesta durante el día la falta de sueño o su mala calidad, el facultativo explica que “hay muchas alertas, pero tres de ellas son claves”.
“Por un lado, necesitar despertador para levantarse. Esto quiere decir que, en realidad, el cuerpo precisa seguir durmiendo y no lo dejamos, por lo que debemos irnos a dormir más temprano. Otro de los puntos es necesitar cafeína durante el día; sobre todo a la mañana, después del almuerzo y a la noche. Y la tercera alerta es la siesta, porque si apelamos a ella para no quedarnos dormidos durante el día es porque algo está fallando: no se duermen las ocho horas requeridas, o no se descansa cuando se duerme”, subraya.
Ferrero resalta que dormir mal impacta directamente en el organismo y el ejemplo más importante “está en el sistema inmunológico, donde hay células que solo se regeneran durante la noche y no durante el día. Una persona que duerme poco o mal baja el porcentaje de esas células en su cuerpo y está más predispuesta a contagiarse un virus o a padecer enfermedades”.
En otro orden, considera necesario diferenciar el insomnio primario del secundario.
“El insomnio es primario cuando no se puede dormir naturalmente y no hay ninguna razón externa que lo cause, algo que le sucede a muy pocas personas y son las únicas que hay que tratar farmacológicamente. Todos los otros insomnios son secundarios y pueden suceder por miles de factores: un pico de estrés, irse a dormir con calor o ruidos molestos, un cambio hormonal”, señala.
Respecto de los fármacos para la mejora del sueño dice que “en realidad, la gente los toma porque no quiere modificar sus hábitos”.
“Es mucho más complicado cambiar un hábito que tomar una pastilla, pero hay que tener presente que eso nos conlleva a multiplicar los problemas, porque cuando se empieza a tomar una pastilla, se duerme bien un par de días, pero después ya no alcanza y hay que duplicar la dosis”, añade.
Finalmente, Ferrero señala que para un buen descanso es menester volver a las bases, teniendo en cuenta cómo dormían las personas cuando no existían la electricidad ni la tecnología.
“Cuando empieza a oscurecer es necesario utilizar luces tenues, parecidas al ocaso, que no incidan directamente en el ojo y si se va a seguir usando el celular, no hay que bajar solo el brillo sino ponerlo en modo nocturno u oscuro, con menor presencia de luz. Por otra parte, la temperatura para dormir debe oscilar entre 18 y 20 grados, evitando cenar carbohidratos o alimentos que se eleve el calor corporal”, acota.
Algunas recomendaciones
Descansar bien puede ser la raíz de muchos beneficios para nuestra salud. Dormir nos ayuda a crecer sanos, activar nuestro sistema inmunológico, preparar nuestro cerebro para aprender cosas nuevas y consolidar lo aprendido, ayudar a nuestro humor y disminuir el estrés.
Por eso, estar pendientes de nuestro buen descanso merece la misma atención que cualquier otro chequeo médico. Asimismo, adoptar pautas de higiene del sueño es una excelente estrategia que ayudan a un mayor bienestar.
Para lograr hábitos saludables y, de tal manera, mejorar nuestra calidad de vida para dormir mejor pueden resultar necesarias algunas recomendaciones:
• Llevar un estilo de vida sano y equilibrado. Una dieta basada en alimentos saludables y realizar periódicamente actividades físicas configuran pilares esenciales para gozar de una buena salud. Es recomendable no realizar ejercitaciones intensas antes de ir a dormir, como así tampoco fumar o automedicarse.
• Adoptar una rutina de descanso ordenada. La mayoría de los adultos necesitan entre 7 y 8 horas de sueño de buena calidad. Es recomendable hacerlo en horarios regulares, tanto para dormir como para despertarse y evitar siestas durante el día mayores a 20 minutos. Es importante que, al levantarnos, podamos sentir que descansamos durante la noche.
• Crear un entorno para dormir y evitar las pantallas. Es importante que el cerebro asocie el dormitorio con el descanso. Utilizar la habitación sólo para dormir resulta fundamental para el sueño. En caso de que no sea posible, se recomienda crear un entorno adecuado para dormir, evitando que el espacio esté muy iluminado o se encuentre en temperaturas de mucho frío o calor. Los especialistas recomiendan, además, evitar el uso de pantallas en los momentos previos al sueño, para lograr el mejor descanso posible.
• Evitar el consumo de alcohol, cafeína y alimentos pesados antes de ir a dormir. Ingerir comidas pesadas antes de ir a dormir, así como consumir alcohol o cafeína, puede alterar el proceso digestivo y, por consecuencia, incomodar las horas de descanso. Nuestro organismo debe estar ligero y libre de cualquier estímulo que afecte el sueño.
• Realizar una consulta con un especialista ante la aparición de trastornos del sueño. Habitualmente se tiende a asociar algunos trastornos del sueño con estrés, ansiedad y decaimiento, entre otras cuestiones. Si bien en muchas ocasiones suele ser secundario a estas condiciones, otras veces resulta un problema por sí mismo. Por tal razón, consultar con un especialista es importante a la hora de llevar a cabo un tratamiento específico con supervisión médica.