El sistema linfático ayuda a combatir infecciones y otras enfermedades transportando la linfa (líquido incoloro que contiene glóbulos blancos) a través del cuerpo, utilizando una red de tubos delgados llamados vasos.
Pequeñas glándulas denominadas ganglios linfáticos son las encargadas de filtrar las bacterias y otras sustancias perjudiciales fuera de este líquido. Sin embargo, cuando los ganglios linfáticos se extirpan o dañan, el líquido linfático se acumula en los tejidos circundantes y hace que se hinchen.
A esta acumulación de linfa en los tejidos blandos se la conoce como linfedema, cuyos síntomas se manifiestan a través de hinchazón de la totalidad o parte de un brazo o una pierna, incluso los dedos de los pies y de las manos; sensación de pesadez u opresión; amplitud limitada de movimiento; infecciones recurrentes o endurecimiento y engrosamiento de la piel.
Estos síntomas pueden variar de leves a graves, y es posible que el linfedema producido por el tratamiento contra el cáncer no aparezca hasta meses o años después de haber recibido la terapia.
Las causas más comunes del linfedema pueden centrarse en:
• Cáncer. Si las células cancerosas bloquean los vasos linfáticos, puede producirse un linfedema. Por ejemplo, un tumor que crece cerca de un ganglio linfático o de un vaso linfático puede aumentar de tamaño hasta llegar a bloquear el flujo de líquido linfático.
• Tratamiento de radiación para el cáncer. La radiación puede provocar el proceso de cicatrización y la inflamación de los ganglios linfáticos o de los vasos linfáticos.
• Cirugía. En la cirugía contra el cáncer, se suelen extirpar los ganglios linfáticos para determinar si la enfermedad se ha diseminado. Sin embargo, esto no siempre da lugar a un linfedema.
• Infección. Una afección bacteriana o micótica u otra enfermedad que compromete al sistema linfático puede causar este problema.