Desde tiempos remotos los neerlandeses se han convertido en auténticos expertos en el desarrollo de técnicas para el drenaje del agua, con la intención de evitar inundaciones y a la vez ocupar tierras situadas a orillas del mar (denominadas polders) que se hallan a su mismo nivel o inferior, con miras a darles un aprovechamiento agrícola.
Las obras hidráulicas de desecación de terrenos y el asentamiento de poblaciones en las tierras saneadas comenzaron en la Edad Media y han proseguido sin interrupción hasta nuestros días.
En este contexto, la zona en la que está enclavada Kinderdijk, dentro de la provincia de Holanda Meridional, comprende todos los elementos característicos de la tecnología del drenaje: diques, embalses, estaciones de bombeo, edificios administrativos y un conjunto de 19 molinos impecablemente conservados.
Estos últimos están listados como monumentos nacionales y toda el área es un entorno protegido desde 1993, declarada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1997, en la que puede practicarse senderismo, ciclismo o navegación por los canales, apreciando la nutrida flora y fauna del lugar.
Utilizados principalmente para el bombeo eólico dentro de un sistema de gestión del agua, 17 de los molinos fueron construidos entre los años 1738-1740, sumándose a otros dos levantados anteriormente.
De todos ellos, hay uno que se encuentra abierto al público, en el que se brindan explicaciones de su funcionamiento y puede recorrerse de manera completa. El interior es pequeño, con algunas habitaciones que permiten tomar real dimensión de lo que significaba vivir en ese ámbito, y estrechas escaleras por las que se accede a las plantas altas, donde se encuentran los engranajes de los ejes y las ruedas.
Aunque existe una gran cantidad de variantes (especialmente respecto de los materiales utilizados y a su forma externa), el arquetipo de molino holandés se caracteriza por su torre con armazón de madera de paredes inclinadas (generalmente de seis u ocho lados), protegida con listones dispuestos horizontalmente, y rematado con un techo o gorro que puede girar para orientar las aspas al viento.