Nacido hace exactamente 80 años en el partido de Lomas de Zamora, Juan Carlos Pallarols desarrolló como orfebre una extensa y fructífera carrera, que comenzó hace más de siete décadas y constituye un verdadero legado familiar, que ya acumula seis generaciones llevando adelante este oficio.
“Empecé con mi abuelo a jugar aprendiendo, y a los 5 o 6 años hacía cosas que aún perduran. Mi experiencia la hice primero con él, después con mi papá y luego enseñándoles a mis hijos y ahora a una bisnieta. Además de ser familia, trascendemos juntos con este oficio. ¡Es muy lindo!”, reconoce.
Juan Carlos explica que el trabajo consiste básicamente en transformar una idea en un hecho histórico. Un oficio que le permite sentirse bien y, a su vez, ayudar con causas nobles y hacer felices a otras personas.
“A partir del placer que siento por la naturaleza, hace unos 70 años empecé a realizar flores de metal. Hoy soy conocido en el mundo entero por las rosas de plata y de bronce, muchas de las cuales se donan para subastas y fines benéficos”, afirma.
En la terraza de su vivienda luce un enorme rosedal al que la gente se acerca para elegir una rosa, que luego Juan Carlos transforma en metal y personaliza, grabando nombres o fechas importantes.
Aunque vive en Buenos Aires, su trabajo lo lleva a realizar numerosos viajes y obras muy variadas. Además de ser el autor del bastón de mando presidencial que lució Juan Domingo Perón al asumir en 1973 y de su nuevo diseño desde 1982, ha realizado regalos oficiales para distintos mandatarios y trabajos para numerosas empresas y organismos, incluso cálices papales.
La mayoría de sus obras son realiza- ciones en plata, aunque también utiliza bronce, hierro u otros materiales depen- diendo del tamaño y el presupuesto. Entre sus trabajos internacionales se destacan las piezas que realizó para la Catedral de Notre Dame, en París y la Basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona, además de las rosas confeccionadas para miembros de la realeza como Diana Spencer y Máxima Zorreguieta.
Obviamente, abundan las distinciones por la labor que desarrolla. Juan Carlos fue reconocido como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y recientemente recibió un título de Dr. Honoris Causa por parte de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre muchos otros reconocimientos. Pero asegura que lo que más lo emociona es el cariño de la gente.
“A veces los chicos de escuelas primarias que vienen de visita me sorprenden con las preguntas y comentarios. Hace unas semanas vino un chico de segundo o tercer grado y, después de mirar con asombro, me dijo “lo quiero felicitar, señor”. Le pregunté por qué y me respondió: “Usted tiene un shopping maravilloso de cosas bellas”, acota.
“Subir a un taxi y que me identifiquen o ir por la calle y que me salude gente que no conozco con un ‘adiós maestro, lo felicito’, también representan conde- coraciones dignas de mención”, subraya.
El gran proyecto de vivir
-¿Hay alguna obra de la que se sienta más orgulloso?
-De todas, pero las que más me llenan de felicidad son las que hice compartiendo con todo el pueblo argentino, recorriendo las 24 provincias, como los bastones de mando presidenciales y las que realicé para la Virgen de Luján, la Virgen Desatanudos y la Virgen del Rosario de San Nicolás.
-¿Dónde realiza los trabajos?
-En el taller de mi casa. Tengo un espacio grande donde puedo confeccionar piezas importantes. A veces si son muy grandes se realizan por partes y luego se trasladan al lugar donde serán instaladas.
Enfrente de su casa también tiene un salón de venta y exposición, donde la gente se acerca para ver los trabajos y realizar encargos.
-¿Considera que le queda algún sueño por cumplir?
-¡Un montón! Cuando uno deja de soñar es porque no tiene más sentido la vida. Nos vamos a morir todos, porque nadie queda para semilla, pero por ahora no es esa mi preocupación. Siempre digo que afortunadamente la muerte te llega el último segundo, el último día, por lo que nunca te vas a enterar.
Si bien ha realizado trabajos de todo tipo, Pallarols espera y desea que la gente lo siga sorprendiendo con pedidos porque, se concreten o no, eso lo ayuda a seguir soñando.
“El gran proyecto es vivir muchos años y que cada día nos sorprenda con novedades. Que nos acompañen en lo que hacemos y nosotros acompañar a los que nos acompañan. Siempre digo que la vida es un hecho maravilloso y vale la pena festejar cada día”, sostiene.
Juan Carlos también disfruta de ver a los suyos siguiendo con el oficio, ese que -según remarca- sigue vigente e incluso se acrecienta.
“Cada vez la gente está más necesitada de artesanía, de arte, de todo lo que sean caricias para el alma”, subraya.
-¿Cuál sería el mensaje para esas personas que recién están comenzando por este camino?
-Que todo se puede hacer, que todo es posible, que no hay que negarse a ningún sueño. Y que lo mínimo que se puede hacer es intentarlo, porque no se logra lo que no se intenta. No hay nada imposible.
-¿Cuál es el mayor obstáculo en este oficio?
-Diría que, como en todos los oficios de la vida, la timidez, el no animarse. El pensar de antemano que no nos van a interpretar o que no nos va a salir lo que intentemos.