Transitar la vida a partir de los 50 años sin estar anclado a la edad biológica y desafiando viejos estereotipos representa, sin lugar a duda, un gran desafío
En tal sentido, Diego Bernardini, médico de familia y kinesiólogo, Máster en Gerontología y Doctor en Medicina por la Universidad de Salamanca (España) propone en su libro La segunda mitad, los 50+, vivir la nueva longevidad, cómo cuidar la salud de manera integral, abriendo el camino hacia un mayor bienestar y una vida más plena.
Entender qué es la longevidad no resulta una tarea sencilla, especialmente, si se trata de la propia.
Intentar hablar de ello supone, al menos, volcar la mirada sobre uno mismo, en un claro ejercicio de introspección.
Visualizarnos en un futuro que es propio y al mismo tiempo incierto.
A criterio de Bernardini, la nueva longevidad coloca en un único marco aspectos cuantitativos y cualitativos, que generan que las personas tengan la posibilidad de vivir este tiempo con otra intensidad, motivaciones, proyectos, calidad de vida y bienestar.
“Es una oportunidad única que tenemos como sociedad, porque ninguna otra generación ha tenido el privilegio de imaginarse longevos como nos ocurre hoy”, sostiene.
Al compartir su experiencia vivencial con personas mayores, el profesional sostiene que comprender la idea de la longevidad no es simple, especialmente si se trata de la propia.
“Hablar de longevidad supone cuanto menos volver la mirada hacia uno para poder, en un ejercicio de introspección, visualizarnos en un futuro que es propio y al mismo tiempo incierto. Por si fuera poco, una etapa que recién ahora la sociedad se dispone a descubrir con cierto pudor”, resalta.
En tal sentido, acota que a la nueva longevidad se la debe pensar como un flamante paradigma que va más allá de la salud y el bienestar.
“Los 50 años se suelen presentar en las personas como un momento bisagra y cargado de un simbolismo que representa la llegada al medio siglo de vida. Una cifra si se quiere redonda y que invita a la reflexión. Ya no somos jóvenes, pero tampoco personas mayores a la clásica usanza. Ya se vivió y hay un camino recorrido, con pérdidas pero también muchas ganancias en forma de familia e hijos, reconocimiento profesional, realización económica y muchos otros aspectos de índole personal que son difíciles de medir”, reconoce.
Según su parecer, la nueva longevidad debe comenzar a ser un tema de enseñanza y aprendizaje escolar, “no solo porque la intergeneracionalidad será el recurso para construir la nueva sociedad sino porque es un tema que nos atraviesa a todos como comunidad”.
“Es una oportunidad única, porque ninguna otra generación previa en la evolución humana ha tenido el privilegio de poder imaginarse longevos como ocurre hoy en día. Sin embargo, la desventaja es que prácticamente toda nuestra sociedad aún se gestiona, estructura y piensa con marcos referenciales del siglo pasado, como la idea de un curso de vida rígido, de la obligada jubilación laboral y de otras tan diversas como la sexualidad, o el abuelazgo como único rol familiar, aunque no sea de nuestro agrado”, subraya.
Por otra parte, destaca que a envejecer se puede y se debe aprender. “El paso del tiempo constituyó siempre una vivencia personal e individual, pero por primera vez en la historia comienza a ser una experiencia colectiva, un fenómeno social; por ello es al mismo tiempo curiosidad, aprendizaje y construcción”.
“Está en nosotros y en nuestras decisiones cómo afrontaremos esa etapa del curso de vida. Ser mayor es una posibilidad que se nos presentará en promedio a la mayoría; ser viejos y buscar ser felices es algo que depende de cada uno y representa una decisión subjetiva que cada quien determinará en un momento de su vida. La magnitud de la empresa no es nada fácil”, añade.
En un entorno con buenas condiciones de vida, se estima que tres de cada cuatro personas de 60 años llegarán a los 80 años; dos de cada tres lo harán a los 85 y uno de cada dos a los 90.
“Estas nuevas etapas traen consigo profundos cambios sociales e institucionales, que nuestras sociedades y gobiernos suelen demorar en reconocer y asimilar. De hecho, las instituciones aún se manejan en modelos demasiado rígidos, muchos de ellos de hace más de cien años, algo anticuado para las actuales formas de vida”, afirma.
Asimismo, introduce otro concepto novedoso al manifestar que la jubilación o el retiro han dejado de ser una etapa rígida e impuesta de supuesta “recreación” para convertirse en otra de “recreación”, en la que los valores intangibles cobran fuerza como nunca antes.
“Cada vez son más las personas que se retiran o jubilan de lo que no les gusta para comenzar con nuevos desafíos. Las actuales generaciones de mayores son las primeras que están viviendo más tiempo del que se pensó que vivirían. Por ende, constituyen una generación que no supo o no pudo planificar esta nueva etapa, algo que sí harán las próximas generaciones”, manifiesta.
Finalmente, indica que la nueva longevidad “será el espacio donde probablemente la mayoría de nosotros conviva, y como todo nuevo paradigma requiere de una perspectiva que nos permita entender que vivir más no solo representa mayores oportunidades para cada uno de nosotros y para la sociedad, sino un motivo de celebración humana”.