Notre Dame volvió a ponerse de pie

A 2.064 días del incendio que la afectó considerablemente, la catedral más famosa del mundo y símbolo de París reabrió sus puertas tras una admirable restauración. Los trabajos demandaron una inversión que ascendió a 700 millones de euros, monto que se financió de manera integral con donaciones.


Punto estratégico sobre el río Sena en tiempos de cruzadas a Jerusalén y peregrinaciones a Santiago de Compostela, Notre Dame nació en 1163, cuando el obispo Maurice de Sully mandó a construir en París una catedral más espaciosa que la de Saint Étienne, capaz de recibir a una cantidad de fieles cada vez más creciente.
Alto, luminoso y realizado en estilo gótico, el templo tardó casi dos siglos en terminarse, adoptando el nombre de  “Nuestra Señora” para venerar a la Virgen María. Y si bien tuvo un primer constructor cuyo nombre se desconoce, fueron los maestros Jean de Chelles, Pierre de Montreuil y Jean Ravy los que le dieron forma.
Venida a menos e ignorada durante largo tiempo, recién en 1831, a partir de la publicación de la novela Notre Dame de París, de Victor Hugo, la catedral recobró valor. Fue entonces cuando el Ministerio de Cultura de Francia contrató al arquitecto Eugène Emanuelle Viollet-le-Duc para su reconstrucción, tarea que demandó casi 25 años y dejó la afamada aguja de 93 metros de altura, de estructura de madera y cubierta metálica, como elemento saliente.
Tras sobrevivir indemne la invasión nazi, a lo largo del siglo XX se consolidó como un hito turístico, además de religioso, motivando que la Unesco la declarara como Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1991.
La denominada catedral más famosa del mundo, con su intrincada fachada de piedra y sus increíbles vidrieras, llegó a recibir 30.000 visitantes por día, hasta que el 15 de abril de 2019, un devastador incendio que se inició en el techo durante una restauración de rutina la afectó gravemente, motivando inmensas pérdidas.
La destrucción fue total en la aguja de Viollet-le-Duc y en dos tercios del techo de roble y plomo, y parcial en buena parte de la catedral. Se salvaron el frente con las dos torres, repletas de rosetones y gárgolas; el gran órgano (cuya puesta en valor demandó la limpieza de 8.000 tubos); la imagen de la Virgen de París y las estatuas de bronce de los 12 apóstoles, entre otras obras de arte y reliquias, como la corona de espinas (estrella del tesoro de Notre-Dame) y solo una campana de 13 toneladas de más de 200 años.

Una minuciosa reconstrucción

Luego del accidente, se llevó a cabo una exitosa campaña de donaciones de fondos que permitieron recaudar unos 846 millones de euros recibidos de 150 países en un acto de solidaridad internacional, de los cuales 700 millones se destinaron a su reconstrucción, que se dio a conocer como la “obra del siglo”, proyecto en el que trabajaron 2.000 personas aproximadamente, entre albañiles, carpinteros, restauradores de arte, ingenieros y arquitectos.
Tras más de cinco años de una paciente tarea que apuntó a conservar la identidad, utilizando técnicas tradicionales combinadas con tecnologías modernas que lograron un delicado equilibrio entre conservación e innovación para garantizar a la vez su longevidad, el edificio luce hoy radiante y fortalecido, convirtiéndose en un testimonio viviente de siglos de historia, arte y fe cristiana.
El proceso de reconstrucción fue muy minucioso y comprendió además de llevar el interior a su estado natural, la concreción del recambio del marco de madera del techo, el clásico reloj y la aguja.
El nuevo mobiliario litúrgico fue diseñado en bronce y las nuevas sillas, 1.500 en total, se realizaron en roble. Incluso fue montada en una de las torres de la catedral la campana olímpica que hicieron sonar los atletas después de cada victoria en el Stade de France durante los últimos Juegos Olímpicos de París.
Más allá de lo mucho realizado, la catedral no será restaurada al cien por ciento hasta 2026, cuando está previsto que se instalen los nuevos vitrós, mientras que la restauración del atrio y el acceso a la catedral, así como la vegetación, finalizará en 2027, utilizándose para tal fin el resto del dinero recaudado.
El emblemático monumento abrió nuevamente sus puertas al público el fin de semana del sábado 7 y el domingo 8 de diciembre de 2024, con ceremonias y misas solemnes, en lo que representó un tema de relevancia diplomática porque contó con la presencia de 1.500 invitados, incluidos varios líderes mundiales.
El acto simbólico que marcó el inicio de una nueva era para la catedral fue encabezado por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, quien golpeó las puertas del templo con su báculo, recitando versos de los Salmos.
En tanto, uno de los momentos más conmovedores de la ceremonia de reapertura lo constituyó el homenaje a los bomberos y trabajadores que arriesgaron sus vidas durante el incendio y a quienes dedicaron su esfuerzo para que la restauración del edificio fuese posible.
La celebración continuó con un número musical destacado, donde artistas como la soprano sudafricana Pretty Yende y el pianista chino Lang Lang ofrecieron una actuación conmovedora. Junto a ellos, el renombrado músico franco-estadounidense Yo-Yo Ma y la cantante africana Angélique Kidjo se unieron para rendir homenaje a la rica tradición cultural que representa Notre Dame.
El punto epilogante lo marcó el tradicional canto del Te Deum, una pieza litúrgica que resuena profundamente en la historia católica y que fue entonada por un coro compuesto por aproximadamente 170 obispos provenientes de diversas partes del mundo.
La reapertura de Notre Dame repre- sentó más que un simple retorno a la normalidad, ya que constituyó un testimonio del espíritu resiliente de París. Y ahora que las puertas se abrieron nuevamente al público, se espera que millones de personas visiten este emblemático sitio, redescubriendo su belleza y significado.


Precisamente el acceso al público en general sigue siendo gratuito, al igual que antes del incendio. La novedad es que para evitar largas filas ahora se requiere una reserva obligatoria, a través de la web de la catedral.


El gobierno galo y los profesionales encargados del proyecto destacaron que la reconstrucción no solo ha sido una hazaña técnica para que el edificio renaciera de sus cenizas, sino también un símbolo renovado de esperanza y unidad para el pueblo francés.
En tal sentido, el presidente Emmanuel Macron declaró que los trabajadores habían logrado lo “imposible” al sanar una “herida nacional”. Es que, más allá de cuestiones políticas, la restauración caló hondo en el corazón de toda una nación que estrechó vínculos para recuperar un edificio que representa su identidad cultural y religiosa.

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Modificado por última vez en Martes, 17 Diciembre 2024 10:43

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