Diversos estudios realizados al respecto indican que, a medida que envejece, una persona puede ganar entre 500 gramos y un kilogramo por año.
La cifra puede parecer insignificante, pero con el paso del tiempo puede redundar en un aumento significativo de peso, llegándose incluso en algunos casos a la obesidad.
Los mencionados informes realizados dan cuentan que la incidencia de la obesidad comienza a incrementarse desde los 20 años, alcanzando su pico máximo entre los 40 y los 59.
Después de los 60 años la incidencia disminuye ligeramente, más allá de que no todas las personas ganan peso con la edad, porque influyen factores como la genética, el nivel de actividad física y las elecciones alimentarias.
Una de las principales razones que pueden explicar por qué es más difícil perder peso con el paso del tiempo se centra en la pérdida de masa muscular, estimada entre un 3 y un 8 por ciento por década después de los 30 años.
La importancia de la masa muscular radica en su capacidad para quemar más calorías que la grasa, incluso en reposo. La falta de entrenamiento de fuerza puede reducir la necesidad calórica diaria del cuerpo, aumentando así la probabilidad de ganar peso.
Por otra parte, tanto hombres como mujeres experimentan variaciones en los niveles hormonales con la edad, afectando la ganancia de peso. En las mujeres, la menopausia provoca una disminución del estrógeno, facilitando la acumulación de grasa en el abdomen.
Asimismo, la reducción de la masa muscular también ralentiza el metabolismo, porque el proceso de convertir calorías en energía se vuelve menos eficiente con más grasa y menos músculo.
La disminución de la actividad física, atribuible muchas veces a la alta cargo laboral y el desplazamiento diario, también contribuye a la reducción de calorías quemadas diariamente.
Finalmente, hechos significativos como formar una familia también puede incidir en el tiempo disponible para la ejercitación física, contribuyendo al aumento de peso.