La hipertensión pulmonar es una enfermedad pulmonar poco común, en la que las arterias que llevan sangre del corazón a los pulmones se vuelven más estrechas de lo normal, dificultando el flujo sanguíneo a través de los vasos.
Como resultado, la presión sanguínea en estas arterias (llamadas arterias pulmonares) se eleva a niveles mucho más altos de los normales. Esta presión alta anormal pone demasiada tensión en el ventrículo derecho del corazón, lo que causa que aumente de tamaño.
Debido a esta circunstancia y a su gran actividad, el ventrículo derecho se debilita gradualmente y pierde su habilidad para bombear suficiente sangre hacia los pulmones. Esto puede llevar a desarrollar una insuficiencia cardíaca del lado derecho.
La hipertensión pulmonar ocurre en individuos de cualquier edad, raza, y origen étnico, aunque es mucho más común en los adultos jóvenes y aproximadamente el doble de común en las mujeres que en los hombres.
Los científicos creen que los cambios en las células que recubren las arterias pulmonares pueden contribuir a que las paredes de las arterias se vuelvan más rígidas y gruesas.
Estos variaciones pueden hacer más lento el flujo sanguíneo o bloquearlo a través de los pulmones, y provocar hipertensión pulmonar.
La hipertensión pulmonar puede ser causada por:
• Enfermedades autoinmunitarias que dañan los pulmones, como la esclerodermia o la artritis reumatoidea.
• Anomalías congénitas del corazón.
• Coágulos sanguíneos en el pulmón (embolia pulmonar).
• Insuficiencia cardíaca.
• Enfermedad de las válvulas del corazón.
• Infección por VIH.
• Niveles bajos de oxígeno en la sangre durante un largo tiempo (crónico).
• Enfermedad pulmonar, como EPOC o fibrosis pulmonar o alguna otra afección pulmonar severa y crónica.
• Medicamentos (por ejemplo, ciertos fármacos para adelgazar).
• Apnea obstructiva del sueño.