Ubicada al suroeste de Francia y conocida por sus vinos, que le han deparado fama mundial, y por una arquitectura y una cultura destacable, que le valieron ser conocida como la pequeña París, Bordaux o Burdeos es una ciudad que vale la pena visitarse.
Erigida a orillas del Garona, un río tan ancho como tranquilo, la ciudad se asoma a él como a un balcón y, como en un eterno día de fiesta, luce sus mejores galas. En este contexto, toda la fachada fluvial, de varios kilómetros de longitud, constituye una colección magnífica de edificios del siglo XVIII, cada uno con su estilo propio, pero formando un conjunto armónico de calidad y cantidad excepcional.
Burdeos tiene seis maravillosas puertas, entre las que sobresalen la de San Eloy o Gran Campana y la Port de Cailhau, construida entre 1493 y 1496, que formó parte de una gran muralla. Desde su magnífica estructura de roble se aprecia un majestuoso panorama del puente de piedra, que atraviesa el Garona y está registrado como monumento histórico desde 2002.
El magnífico jardín público, nombrado “Jardín Notable de Francia”, que constituye un oasis verde de estilo francés, es paso obligado hacia el centro histórico, donde predomina el color de la piedra bañada por la luz y en el que la calle Santa Catalina (la peatonal más larga de Europa) representa uno de sus ejes principales.
Otras dos maravillas edilicias son la basílica San Miguel, construida en estilo gótico flamígero, y la Catedral, cuyo campanario está fuera del santuario ubicado en la contigua Torre de Pey Berland.
De todas formas, la obra que más llama la atención de esta ciudad es el Espejo de Agua de la plaza de Bourse, el lugar más fotografiado de Burdeos. Mezcla de piscina infantil y vaporizador gigante, apenas dos centímetros de agua sobre una gigantesca losa de granito alcanzan para transformar el sitio en un auténtico espejo en donde se reflejan las antiguas fachadas, y en el que se divierten personas de todas las franjas etarias.
Las ofertas gastronómicas de los mercados de Chartrons y de los Capuchinos constituyen otra tentadora opción, así como el Monumento de los Girondinos y las plazas de Quinconces y de la Comedia, que contiene al Gran Teatro, emblema de la ciudad y que sirviera de inspiración para la creación de la Opera de París.

Asimismo, una recorrida por Burdeos necesariamente tiene que incluir a la Ciudad del Vino, museo y lugar de exposiciones y espectáculos para disfrutar y conocer del mundo enológico, emplazado en un edificio magnífico inaugurado a mediados de 2016 con forma de decantador y realizado con paneles de aluminio y vidrio serigrafiado.