Estrechamente ligado a la historia de la aviación argentina, al punto que cuando fue fundado en nuestro país todavía no operaba ninguna línea aérea de cabotaje, el Aero Club Bahía Blanca transita el año de su centenario.
A la hora de realizar un repaso de la rica historia de la institución que desde 1924 forma pilotos y cumple a la vez una importante función social, Samuel Volpin, expresidente de la entidad y Nicolás Stickar, actual titular, brindaron su aporte.
“Nos tocó ser contemporáneos de este emblemático festejo, que no es poca cosa. Para mí representa un honor formar parte de esta institución”, dice Volpin, quien integra la comisión directiva desde 1996 y presidió el Aero Club entre 2014 y 2022.
Stickar, quien se unió a la entidad en 2009 y lleva dos años presidiéndola, remarca el orgullo de ocupar el cargo en este centenario, “más allá de que la Comisión Directiva somos todos, porque nos vamos rotando los cargos”.
A lo largo de tan amplia trayectoria, el Aero Club experi-mentó diversos cambios. Para Volpin, el más significativo se centra en “haber conformado un grupo humano que tira del mismo carro desde hace mucho tiempo, y ha modificado la conducción de la institución. Hoy se está manejando económicamente a nivel empresarial, y está todo documentado”.
También resalta un avance importante en la formación de pilotos, con un fortalecimiento en la parte teórica y un incremento de la demanda.
En la actualidad se acercan tanto jóvenes que aspiran a ser pilotos profesionales como adultos mayores. “En los últimos años se registró una oleada importante de gente de 70 años para arriba con deseos de volar, que llama la atención. Son personas que se habían quedado con las ganas y de grande se permitieron cumplir el sueño”, sostiene Volpin.
El curso consta de 40 horas de vuelo, que se pueden cumplimentar entre 3 meses y 2 años, y la parte teórica que se dicta una vez por semana. Cumplidas las horas de vuelo, un inspector de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) toma el examen para la obtención del brevet de piloto privado de avión, que es la primera licencia. Sumadas otras 200 horas de vuelo, es factible rendir para piloto comercial, y a las 500, para instructor.
“Recibirse de instructor implica realizar muchas más horas, porque se vuela constantemente haciendo docencia. Después de ahí, por lo general, el piloto salta a una línea aérea o por lo menos lo intenta porque el currículum lo habilita”, cuenta Volpin.
El Aero Club Bahía Blanca cuenta con 5 aviones propios y se solventa mayoritariamente con el encuentro anual “Bahía Vuela” y con las horas de vuelo que pagan alumnos y algunos pilotos ya recibidos, que siguen alquilando las aeronaves. Cada hora de vuelo cuesta actualmente 112 dólares oficiales.
“La edad mínima para volar es 16 años y 9 meses, y la máxima no existe, siempre que se apruebe el examen psicofísico que solicita la ANAC. No hay ningún otro impedimento, al punto que en nuestra institución contamos con un piloto de 80 años”, detalla Volpin.
-¿Cómo pueden describir esa experiencia de volar?
Volpin: Vivo adentro del hangar del Aero Club. Tengo mi casita ahí, bien pegada a los aviones, mi gran pasión desde muy joven. Volar es único: despegás y a medida que vas tomando altura te das cuenta que el mundo se ve de otra manera. En un día despejado, estando encima del Aero Club, a 500 metros, veo la ría, Punta Alta, Bahía, que es espectacularmente bella desde arriba… Siempre digo que los que podemos hacer este tipo de aviación somos privilegiados, porque hay quienes dicen que suman horas de vuelo porque fueron muchas veces a Europa, pero se transportan adentro de una célula y no ven nada…
Stickar: Volar es una pasión para los que nos gusta y lo vivimos como lo más maravilloso del mundo. Que el avión se aleje de la tierra representa una emoción muy difícil de expresar con palabras.
Una entidad precursora
Pionera entre las entidades argentinas vinculadas con la aviación, Volpin recuerda que el Aero Club se fundó apenas 20 años después del primer vuelo realizado por los hermanos Wright, en los Estados Unidos.
Más allá de la precariedad de las aeronaves de entonces, al poco tiempo se creó la Línea de la Aeroposta Argentina, inaugurada en 1929, que cumplía el recorrido entre Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia bajo la supervisión del piloto Antoine de Saint-Exupéry, el célebre autor de El Principito.
“Esa primera empresa de servicio aeropostal del país finalmente se convirtió en Aerolíneas Argentinas, una firma muy ligada a nuestros inicios”, indica Volpin, quien rescata además el valor humano que caracteriza a la entidad.
“Por sobre todo somos una gran familia, un grupo de personas sencillas y con valores”, destaca, al tiempo que Stickar repara en el aspecto social de la institución.
“Hoy se acercan muchos jóvenes a realizar el curso de piloto, como una alternativa más de salida laboral. Y eso genera una enorme satisfacción, como así también poder tener una entidad vigente y abierta”, remarca.
“Hemos colaborado en campañas de búsqueda y rescate de personas, por ejemplo en la ría. Y cuando el aeropuerto de Espora estuvo sin balizamiento nocturno, desde nuestro querido Aero Club, que tiene pista iluminada, se han hecho un montón de traslados sanitarios con el avión de la Provincia”, detalla Volpin.
-¿Cuáles son los objetivos a corto, mediano y largo plazo?
Stickar: Mantener el mismo rumbo que llevamos, tratando de afianzar mejor la escuela de vuelo y modernizando la flota y el instrumental. Hemos realizado inversiones muy altas para que los vuelos nocturnos se puedan realizar con mayor seguridad, con instrumentos modernos y digitalizados. Pretendemos ahondar esta modernización, y brindarle mayor énfasis al aspecto social, de manera que el Aero Club sea útil para la ciudad y, fundamentalmente, para la gente.
Contacto:
El Aero Club Bahía Blanca está ubicado en la ruta 35, kilómetro 11.5, y abre sus puertas de lunes a sábado, de 9 a 17. Su teléfono es 4886890 y su página de Facebook, Aero Club Bahía Blanca.