La Orden del Tornillo

El pintor Benito Quinquela Martín impulsó una creación humorística y paródica para honrar a personas destacadas por su legado humanitario o su originalidad. El premio, que simbólicamente “les devolvía” el tornillo que supuestamente les faltaba, era una celebración de la “locura luminosa” necesaria para la creación.


El 18 de abril de 1948, en el amplio estudio ubicado en el tercer piso de su escuela-museo, Benito Quinquela Martín puso oficialmente en marcha la inolvidable Orden del Tornillo, que premiaba a artistas, deportistas, referentes y personalidades en general que hubieran brindado a la comunidad argentina o extranjera un legado humanitario.
Lo particular de la iniciativa radicaba en el concepto del premio. Para Quinquela esa gente única y creativa que se embarcaba en acciones de bien para la humanidad estaba un poco loca, es decir, le faltaba un tornillo.
Así, oponiéndose jocosamente a la solemnidad y pomposidad de los premios oficiales, el artista de La Boca concibió una singular distinción, consistente en reponerle un tornillo a aquellos que les “faltaba”.
Por tal motivo, al momento de concederlo, les recomendaba a los galardonados que no lo ajustaran demasiado y lo dejaran algo flojo, ya que en ese “algo” cabía lo que Quinquela consideraba la “locura luminosa” necesaria para todo tipo de acto creador.
Las reuniones se llevaban a cabo los domingos al caer la tarde, y el ritual contemplaba que, en tablas grandes colocadas sobre caballetes cubiertas con papel madera, se ofrecía una cena con un único plato consistente en tallarines de colores con salsa de tomate y pan colocado directamente sobre la mesa. Para beber, vino tinto en jarras pingüino, como postre pasta frola y por último, café.
Posteriormente, vestido con un pintoresco “frac naval” con tornillos como botones y condecoraciones, a su decir, “ganadas en mil batallas contra el hastío”, Quinquela encabezaba la ceremonia, en la que le entregaba al elegido un diploma firmado por él y los asistentes al acto y le otorgaba la preciada condecoración, consistente en un collar con un gran tornillo que le colgaba en el cuello y otro pequeño tornillo que le colocaba en la solapa del saco.
Con el tiempo el tornillo se convertiría en un “trofeo” apetecido por mucha gente, y su fama llegaría a muchos rincones del planeta. Si bien el número exacto de “atornillados” es difícil de determinar, se estima que fueron galardonadas más de 320 personalidades.
El primero en obtener la distinción fue el poeta Fermín Estrella Gutiérrez y a la lista se sumaron después ilustres como Charles Chaplin (lo recibió en su nombre su hija Geraldine); Francisco Canaro, Mariano Mores, Tita Merello, Luis Sandrini, Lola Membrives, Conrado Nalé Roxlo, Raúl Soldi, Domingo Pronsato, Raúl Matera, Pedro B. Cossio, Silvina Bullrich, León Benarós y Luis César Amadori, entre tantos otros.
Siguiendo su expreso deseo, la Orden del Tornillo se extinguió definitivamente al fallecer Benito Quinquela Martín en enero de 1977. De todas maneras, desde entonces su recuerdo se ha mantenido perenne en las distintas generaciones que disfrutan de la maravillosa historia y admiran esa “locura luminosa” de la que se sentía orgulloso su inigualable creador.

Valora este artículo
(0 votos)
Modificado por última vez en Jueves, 18 Diciembre 2025 14:00

Deja un comentario

Asegúrese de introducir toda la información requerida, indicada por un asterisco (*). No se permite código HTML.

© 2020 Copyright Cooperativa Obrera. Todos los derechos reservados.