Los Juegos Olímpicos en estado de emergencia

Después de la suspensión y postergación del año pasado, los Juegos Olímpicos de Tokio se celebran sin espectadores en las gradas, ni siquiera de origen local, debido al recrudecimiento de la pandemia en Japón.


Al famoso lema olímpico “más rápido, más alto, más fuerte”, los Juegos de Tokio, que comenzaron con la ceremonia de inauguración llevada a cabo el pasado 23 de julio, le agregaron una cuarta exhortación: más silencioso.
De hecho, el silencio sepulcral que se apoderó de la tradicional cita deportiva comenzó a materializarse el lunes 12 de julio de 2020, cuando entraron en vigor las medidas anunciadas por los organizadores acerca de que ningún espectador podría acceder a los eventos a realizarse en la capital japonesa y sus alrededores.
La decisión, que significó un duro recordatorio de todo lo que hemos perdido y nos falta por perder en esta pandemia en curso, se tomó tras el anuncio del primer ministro japonés, Yoshihide Suga, de decretar a Tokio en estado de emergencia hasta el 22 de agosto (dos semanas más tarde de la clausura de los Juegos) debido al aumento de los casos de Covid-19 provocados por la peligrosa variante delta.
En principio, la organización de los próximos Juegos Olímpicos había definido el pasado 21 de junio que las sedes iban a tener un 50 por ciento de capacidad disponible con un máximo de 10.000 personas según el estadio. Pero dada la situación de la pandemia, se definió finalmente que las competencias serían a puertas cerradas para el público local.
Asimismo, ya en marzo pasado se había establecido que no habría fanáticos extranjeros en el encuentro olímpico, que debió postergarse un año por el avance de la enfermedad que tiene en vilo al planeta, afectando a millones de personas y dejando un número de perjudicados que sigue en ascenso.
Por entonces, Seiko Hashimoto, presidenta del Comité Organizador de los Juegos, aseguró que la decisión “contribuiría a garantizar una Olimpiada segura para todos los atletas y otros participantes, y también para el pueblo japonés”.
El 2020 fue un año difícil en todo sentido, con malas noticias que no se hicieron esperar y que incluyeron, obviamente, al ámbito deportivo. Es que a la paralización que tuvieron por meses todas las actividades, se incluyó el aplazamiento de los Juegos Olímpicos que se iban a llevar a cabo en territorio japonés, una cita esperada en todo el mundo.
El Cómite Olímpico Internacional (COI) hizo hasta lo imposible para evitar que todos los planes hechos para Tokio 2020 se tiraran por la borda, pero todo esfuerzo resultó en vano al ver la delicada situación en la que se encontraba el planeta.
Finalmente se optó por tirar la toalla, pero tras varios meses de angustia y malas noticias, el brote de esperanza por fin llegó a partir de que la vacunación pasó a ser prioridad para casi todos los países del mundo, por lo que la justa olímpica se pospuso para 2021.
A comienzos de este año, varias fuentes informativas dejaron entrever que el gobierno japonés “habría reconocido en privado” que los Juegos tenían que ser cancelados, aunque la especie fue categóricamente desmentida. De todas maneras, funcionarios del estado estadounidense de Florida se ofrecieron a albergar los Juegos en caso de que la organización dejara de lado al continente asiático.
La tranquilidad volvió a a reinar cuando el COI determinó que la nueva fecha planteada para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio sería el viernes 23 de julio y que la justa duraría dos semanas, ya que la clausura está prevista para el domingo 8 de agosto.

La elección de Tokio

La designación de Tokio, una de las ciudades que se habían postulado para celebrarlos, como sede de los Juegos fue realizada por el Comité Olímpico Internacional el 7 de septiembre de 2013, durante la 125 Sesión del Comité Olímpico Internacional que tuvo lugar en Buenos Aires.
De tal manera, estos son los segundos Juegos Olímpicos que se desarrollan en la capital japonesa. La primera vez se realizaron en 1964, cuando el emperador Hirohito (abuelo del actual Naruhito) ostentaba dicho cargo en Japón.
En una primera instancia la cita olímpica se iba a desarrollar entre el 24 de julio y el 9 de agosto de 2020, pero el brote de Covid-19 registrado en China y su propagación a otros países generó gran preocupación sobre su impacto potencial en los atletas y visitantes.
La situación imperante provocó que Canadá, Australia y Gran Bretaña amenazaran con retirarse de los Juegos si no se aplazaban un año. En ese contexto, el candidato conservador a la alcaldía de Londres, Shaun Bailey, argumentó en una entrevista realizada en febrero del año pasado que la capital inglesa podría organizar la Olimpiada en la antigua sede olímpica de 2012, en caso de que los Juegos debieran moverse debido a la pandemia.
La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, criticó el comentario de Bailey calificándolo como inapropiado y oportu- nista, en tanto que el Comité Organizador de Tokio emitió un comunicado en el que decía que los preparativos para los próximos Juegos Olímpicos “continuaban según lo planeado”.
Paralelamente, el primer ministro Shinzo Abe, y el presidente del COI, Thomas Bach, acordaron el 24 de marzo de 2020 aplazar el evento manteniendo el nombre de “Juegos Olímpicos de Tokio 2020”.

Por entonces se afirmó que los Juegos podrían representar “un faro de esperanza para el mundo en estos tiempos difíciles”, y que la llama olímpica podría convertirse en “la luz al final del túnel en el que se encuentra el mundo en la actualidad”.


Como quedó dicho, por motivos de continuidad y marketing, los Juegos siguieron siendo denominados como Tokio 2020.
Aunque varias Olimpiadas han sido canceladas por las Guerras Mundiales, estos son los primeros Juegos Olímpicos que se posponen.
En tanto, también se determinó que los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing (China) den comienzo el 4 de febrero de 2022, menos de seis meses después de que concluya la cita en Japón.
Según una estimación realizada por reconocidos académicos japonenses, el costo de retrasar un año los Juegos Olímpicos de 2020 ascendió a 640.000 millones de yenes (US$ 5.800 millones), teniendo en cuenta los gastos de mantenimiento de las instalaciones no utilizadas.

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Modificado por última vez en Jueves, 22 Julio 2021 09:31

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