Los coronavirus son una familia de virus que se descubrió en la década de los 60 pero cuyo origen es todavía desconocido. Sus diferentes tipos provocan distintas enfermedades, desde un resfrío hasta un síndrome respiratorio grave.
Gran parte de los coronavirus no son peligrosos y se pueden tratar de forma eficaz. De hecho, la mayoría de las personas contraen en algún momento de su vida un coronavirus, generalmente durante su infancia y aunque son más frecuentes en otoño o invierno, se pueden adquirir en cualquier época del año.
El coronavirus debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo y se trata de un tipo de virus presente tanto en humanos como en animales.
A fines del año pasado se notificaron los primeros casos de un nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan, poblada por 11 millones de habitantes y donde se encuentra el mercado de Huanan, en el que se venden animales muertos y vivos, salvajes y domésticos o productos de origen animal para el consumo humano.
Los chinos suelen degustar una amplia variedad de animales -incluso especies inusuales y en peligro de extinción- y cualquier otro producto de alto nivel nutricional, siempre que no sea venenoso, bajo la filosofía de los beneficios de la alimentación para su salud. Esto constituye el reservorio para una verdadera coctelera genética que puede traspasar agentes infecciosos entre distintas especies animales y de ellas al hombre.
El nuevo virus fue denominado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como covid-19, nombre compuesto por “co” por “corona”, “vi” por “virus” y “d” por “disease” (enfermedad, en inglés), mientras que el 19 se refiere al año en que surgió el brote, identificado el 31 de diciembre.
Desde entonces el goteo de nuevos infectados por el coronavirus ha sido continuo y en las últimas semanas su transmisión de persona a persona se ha acelerado en distintas partes del mundo.