A la hora de analizar por qué los chicos mienten, en primera instancia resulta necesario saber cuándo es normal hacerlo y cuándo no, según las distintas etapas de crecimiento.
En tal sentido, los especialistas coinciden en que los niños/as de 3 a 5 años suelen confundir la realidad con la fantasía. Por esa razón, les gusta inventar historias cuando juegan y crear un mundo que para ellos es tan real como la vida misma.
Para mentir tiene que haber una intención y un objetivo, y esto sucede cuando un chico empieza a diferenciar la verdad de la mentira, algo que suele ocurrir entre los 7 y los 8 años.
Podría decirse que la mentira puede surgir por diversos motivos, entre ellos la baja autoestima, el querer satisfacer a veces expectativas demasiado altas de los padres, el miedo a ser castigado y el deseo de llamar la atención.
Al respecto, transmitir valores es clave para reforzar su sentido de la honestidad ante las diferentes situaciones de la vida, con la intención de que adquieran cada vez más confianza y se hagan cargo de sus actos.
Muchas veces, sin darse cuenta y con tal de protegerlos, los padres ofrecen soluciones que suelen confundir a sus hijos, a través de mentiras mal llamadas “sin importancia”, que corren por la delgada línea de lo difuso.
No hay que perder de vista que los chicos viven en una sociedad donde, muchas veces, la mentira y la manipulación representan una norma, algo que se evidencia no sólo en las relaciones de pareja de adultos cercanos sino en el comportamiento de integrantes de la política y la justicia, o hasta en el photoshop al que apelan los medios de comunicación.
Lo cierto es que frente a la mentira, los padres deben poner límites y acompañar a sus hijos con la idea de que ese error se puede reparar y de que, en definitiva, la verdad constituye la base de la confianza.