Clasificada dentro de las denominadas fobias específicas, es decir aquellas que describen el temor a algo concreto, la claustrofobia comprende el miedo intenso e incontrolable a los lugares cerrados de los que cree que no se va a poder salir fácilmente.
Quien la padece evita situaciones tan comunes como utilizar un ascensor, atravesar un túnel, quedarse encerrado en una habitación pequeña o viajar en subterráneo, ómnibus o avión, e incluso hay quienes se niegan a soportar pruebas médicas como las tomografias computadas.
También es muy probable que una persona que padece episodios de claustrofobia pueda haber experimentado antes una situación traumática que le conduce a evitar escenarios similares.
Varios especialistas coinciden en afirmar que quien padece de claustrofobia no siempre teme al espacio cerrado en sí, sino que padece el mismo miedo, y a veces más, a las posibles consecuencias negativas que pueda deparar.
La mayoría de las fobias tienen síntomas comunes que en el caso de la claustrofobia también se repiten. Los más habituales se centran en boca seca, palpitaciones, sensación de ahogo, sudor frío, náuseas, pulso acelerado, males-tar, sofocos y temor. Es decir, prácticamente los mismos que se presentan en una crisis de ansiedad o de angustia.
Por lo general, los síntomas remiten cuando se termina la situación que los provocó, pero es importante controlarlos y superarlos.
Para dejar atrás la claustrofobia es menester la consulta con un profesional y para afrontarla es necesario resaltar dos partes: información y exposición. Por un lado, hay que facilitarle al paciente toda la información que necesita sobre la claustrofobia y su origen, y luego se recrean aquellas situaciones que dan lugar a la fobia, a la vez que se le enseñan técnicas de relajación y de control del pensamiento, para recordar tranquilamente la situación temida.
Está claro que no todas las personas con claustrofobia buscan ayuda profesional para superar su problema y muchas lo manejan evitando activamente las situaciones que impliquen permanecer determinado tiempo en lugares cerrados.