Cuatro bodas y un solo altar

By Familia Cooperativa Marzo 19, 2024 582 0
Cuatro parejas de amigos eligieron casarse todas juntas al mismo tiempo y disfrutaron de una fiesta que incluyó alrededor de 500 invitados y duró 12 horas. El hecho revolucionó a Puan, al punto que costó conseguir alojamiento en la localidad bonaerense. María Emilia Maurel, una de las novias, cuenta todos los detalles.


Lejos de pretender una boda tradicional, un grupo de amigos residentes en Puan decidió que afrontaría ese especial momento de una forma tan diferente como original.
Fue así como cuatro parejas de amigos llevaron adelante un casamiento conjunto para celebrar el amor y la amistad, organizando además una misma fiesta desarrollada en la finca Los Olivares, perteneciente a la Cooperativa Eléctrica de la citada localidad bonaerense, a la que asistieron alrededor de 500 invitados.
Los protagonistas de esta peculiar historia fueron Alejandro Arcucci y Magalí Gallastegui (padres de Pedro y Gio); Eliana Eguillor y Nicolás Gilardi (de Amelia); Lidia Vichich y Diego Maldonado (de Simón), y María Emilia Maurel y Martín Oliveras (de Alegra).
María Emilia afirma que todo arrancó en noviembre de 2022, cuando Lidia y Diego les anunciaron en un cumpleaños que se iban a casar en 2024. A los tres meses, en un encuentro de amigos, volvió a surgir el tema del matrimonio, aunque esta vez las propuestas se multiplicaron.
“Medio en chiste, tiramos: ‘¿Y si nos casamos todos juntos?’. Y fue: ‘Bueno, ahí sí nos animamos, porque no queremos ser el centro de atención’”, destaca. A partir de entonces todo fue cobrando visos de certeza, por lo que comenzó la planificación y la realización de la lista de invitados.
Los varones son amigos desde hace muchos años: algunos compartieron el jardín de infantes y otros la primaria y la secundaria; mientras que sus parejas se fueron haciendo amigas con los años. Hoy a todos los une un lazo estrecho y las ganas de compartir más.
Por eso, tras casarse por civil en forma separada, protagonizaron la misma boda el 11 de febrero de 2024. No hubo ceremonia religiosa y en la celebración, oficiada por un amigo de los novios, cada matrimonio tuvo su momento para los votos.
“Mi pareja y yo llevamos adelante la plantación de un árbol”, dice María Emilia. Otra pareja que se había tatuado el nombre en su dedo, se destapó el tatuaje…
Todo fue observado y seguido por numerosos asistentes, que movilizaron a una localidad de 5.000 habitantes. Claro que no todos eran de Puan, porque Magalí es de Tornquist y Lidia de San Antonio Oeste, por lo que hubo invitados que llegaron desde distintos puntos del país.


“Vino muchísima gente de afuera, así que los alojamientos estaban explotados. Justo coincidió con el fin de semana largo de Carnaval, pero ya en los días previos, comerciantes, maquilladores, peluqueros, nos decían que todo el pueblo hablaba del casamiento, compraba ropa, sacaba turnos… ¡Hicimos una revolución!”, reconoce.


Tan movido resultó todo que dos hoteles tuvieron inconvenientes con la energía eléctrica por el uso simultáneo de aires acondicionados, planchitas para el pelo, secadores…
“Con posterioridad a la fiesta nos enteramos que la gente en los pasillos estaba: “Che, ¿vos tenés luz?”; hablaban con familiares que estaban en otros hospedajes e iban deambulando de casa en casa con los secadores y las planchitas para arreglarse”, destaca María Emilia entre risas.

Lejos de los formalismos

-¿Fue difícil la organización, ponerse de acuerdo entre los ocho?
“Nos pasó que todos íbamos tirando ideas y al ser ocho en vez de dos, nos fuimos potenciando. Era como delirar cada vez un poco más y después considerarlo a votación, de manera muy democrática, respetando las decisiones de la mayoría”, subraya.
Con todos esos aportes, la boda escapó un poco de lo tradicional: no hubo torta, nadie se sentó para comer, el vals lo bailaron los protagonistas mientras el resto acompañó desde su lugar, y todos juntos realizaron una coreo que se había difundido previamente por el Instagram de la fiesta (@noscasamostodosjuntos).
“No hubo mesas formales, por lo que cada uno se servía y comía parado. Si querías ir a comer, estaba la mesa servida; si pretendías bailar en ese mismo momento, había baile. También hubo una barra de tragos, así que la gente podía transitar de un lugar a otro, haciendo lo que tuviera ganas en ese momento”, indica.
En la finca Los Olivares nunca se había realizado un encuentro de este tipo, por lo que ese detalle también resultó un desafío. Es que las parejas tuvieron que pensar en todo, desde los baños hasta el camión para el servicio de catering. Pero todo salió a la perfección y, más allá de la lluvia que sorprendió a medianoche, fueron 12 horas continuas de una fiesta que se inició a las 18.30 del domingo.
Y para que el resultado fuera el deseado, María Emilia rescata la figura clave de Maricel Barreiro, una ambientadora suarense a la que convencieron para que les brinde una mano, tras no llegar a un acuerdo con el servicio de wedding planner que habían contratado con antelación.
“Ella nunca había organizado una fiesta así y le dimos para adelante. Lo loco es que desde nuestra inexperiencia total, solamente con el delirio de querer vivirla todos juntos, terminó siendo una celebración tremenda, en la que toda la gente estuvo recontenta”, resalta.
Aunque el deseo primordial era compartir entre los ocho ese momento tan especial, celebrar en conjunto tuvo a la larga otros beneficios, como reducir los gastos. Y si bien las tarjetas las pagaron de forma separada según la cantidad de invitados, luego compartieron los costos del DJ, la iluminación, los baños…
“No fue la razón por la que hicimos la boda juntos, pero al final resultó una ayuda. Si lo hubiésemos tenido que enfrentar de forma individual, capaz que no podíamos. Cuando iniciamos todo, la tarjeta por persona tenía un valor para la comida y la bebida, nosotros calculamos el doble y finalmente el monto se cuadruplicó”, reconoce.
Como frutilla del postre, los ocho también decidieron compartir la luna de miel, junto a sus hijos. Fue una semana en Costa Esmeralda, la localidad balnearia situada al este de la provincia de Buenos Aires.
“Coincidir tal vez sea la palabra que resume un poco todo esto. Nos pasó que coincidimos y nos pudimos acompañar en un montón de cosas, desde la organización del casamiento, las crianzas de nuestros hijos, en distintos momentos y edades… Coincidir y acompañar resumen para mí la amistad, y creo que es todo lo que hemos hecho y estamos haciendo nosotros ocho”, concluye María Emilia.

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Modificado por última vez en Martes, 19 Marzo 2024 12:36

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