Más allá de que la irrupción de la tecnología contribuyó al desarrollo de nuestras vidas, también ha deparado inconvenientes, especialmente en lo referido a la debida atención que los padres le dispensan a sus hijos.
Especialistas en la materia coinciden en destacar que si bien en la actualidad los padres tienen más tiempo para pasar con sus hijos que en cualquier otra época anterior de la historia, “la calidad de la interacción es cada vez más baja”.
Los entendidos resaltan que los padres contemporáneos padecen de lo que se conoce como “atención parcial continua”, una condición que no sólo afecta a quien la sufre sino también a sus hijos, ya que interfiere en la comunicación, la base de la mayor parte del aprendizaje humano.
Subrayan que “los niños pequeños no pueden aprender cuando rompemos la co- rriente de la conversación al tomar nuestros teléfonos o mirar los textos que aparecen en nuestra pantalla, algo que sucede con excesiva frecuencia”.
La situación comenzó a encender luces de alarma hace más de una década, llevando a un grupo de investigadores estadounidenses a observar a escondidas a más de medio centenar de adultos a cargo de uno o más niños mientras comían con ellos.
La mayoría de los adultos estaban tan absorbidos por sus teléfonos que algunos llegaron directamente a ignorar a los niños, a pesar de que muchos de ellos trataron de llamar la atención, sin obtener respuesta.
Afirman que “la desatención ocasional de los padres no es catastrófica, pero sí la distracción crónica”, especialmente porque el uso de teléfonos celulares se ha asociado a la adicción, al punto que los adultos distraídos se suelen irritar cuando son interrumpidos, perdiendo también conexión emocional con las personas presentes.
“Muchos construyen sus vidas alrededor de la premisa que pueden estar siempre disponibles para el trabajo, para los hijos, para su cónyuge, para sus propios padres y para cualquiera que los necesite, mientras que a la vez se mantienen informados de las noticias”, sostienen los entendidos.