En los difíciles tiempos que corren, la incertidumbre de cara al futuro se hace sentir y gran parte de lo que nos depara la vida resulta incierto, ya sea que se trate de la economía, las finanzas, la salud, las relaciones o alguna enfermedad que pueda jaquear nuevamente al mundo.
El miedo frente a lo desconocido puede provocar estrés, ansiedad e impotencia, agotando emocionalmente a la persona y atrapándola en una red en la que se hace difícil sortear el acontecer diario.
Frente a la impotencia y la desesperanza hay varias cosas que pueden hacerse para sobrellevar mejor las circunstancias incontrolables, aliviar la ansiedad y enfrentar con mayor confianza lo desconocido.
En tal caso, hay que enfocarse en controlar aquellas cosas que están bajo nuestro control, desafiar nuestra necesidad de certeza, aprender a tolerar mejor la inevitable incertidumbre que rodea al día a día y lidiar activamente con nuestras emociones.
También es recomendable concentrarse en el presente, una de las formas más seguras de evitar preocuparse por el futuro. De tal manera, en lugar de predecir lo que podría suceder hay que cambiar la dirección a lo que está sucediendo en el momento, interrumpiendo cualquier suposición negativa.
La reciente pandemia mundial demostró que la vida puede cambiar en un instante y que está llena de eventos inesperados, pero esto no siempre resulta malo. Por cada sorpresa desagradable también ocurren cosas buenas.
La oportunidad surge a menudo de lo inesperado y tener que enfrentar la incertidumbre también puede ayudar a adaptarse, aceptar los desafíos y aumentar la capacidad de recuperación.
Cuando se enfrenta a lo desconocido es fácil sobrestimar la probabilidad de que suceda algo malo y subestimar la capacidad para afrontarlo si sucede. Pero dado que la probabilidad de que suceda algo malo es baja, incluso en estos tiempos precarios, hay que centrarse en los resultados más probables y no en vivir con esa pequeña posibilidad.