El síndrome de Fortunata deriva su nombre de la novela “Fortunata y Jacinta”, escrita en el siglo XIX por Benito Pérez Galdós y llevada al cine en los años 70.
La novela narra las relaciones tormentosas entre un hombre, Juanito Santa Cruz, y dos mujeres: Jacinta y Fortunata. La primera es la esposa y la segunda, su amante. Fortunata, a su vez, se vuelve prostituta y luego se casa con Maximiliano. Sin embargo, la relación entre ella y su amante se mantiene a lo largo del tiempo y llega a tener dos hijos de Juanito.
Lo más interesante de la novela no es el argumento en sí, sino el tratamiento psicológico de cada uno de los personajes. Fortunata, en particular, representaría a aquel tipo de persona que es adepta a sostener una relación con otra casada, un hecho que da pie además para nombrar un fenómeno de esta naturaleza en las relaciones amorosas.
El síndrome de Fortunata no puede ser considerado un trastorno o una enfermedad. Más bien se trata de una condición relativamente anómala que aqueja a algunas personas que aman profundamente a otras comprometidas y sienten que ese amor es irrealizable debido a la presencia de otro ser, que es su pareja legítima.
Además de la la posible permanencia de este conflicto inconsciente, cuando una persona presenta el síndrome de Fortunata también es usual que manifieste ciertos rasgos de carácter, que tienen que ver con grandes dificultades para valorarse y reconocer sus sentimientos.
Lo habitual es que las personas que se sienten atraídas por otras comprometidas también se hayan educado dentro de patrones de dependencia. Asimismo, suelen darle gran valor al sacrificio y lo interpretan como una muestra de amor.
También es frecuente que tengan una baja autoestima y que idealicen el amor, sobrevalorándolo y considerándolo como una fuente de redención para cualquier sufrimiento.