De acuerdo con el último Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad realizado en el 2018 por el INDEC, el 10,2% de la población argentina tiene algún tipo de discapacidad.
En este contexto y frente a las dudas que plantea el futuro, madres y padres cuyos hijos tienen alguna discapacidad repiten con insistencia una pregunta que los moviliza: “¿Qué va a pasar cuando ya no estemos?”.
Es que lo poco o mucho que estas familias pueden planear al respecto forma parte esencial de sus vidas y comprenden un amplio abanico, en el que se analizan desde la cobertura médica y el beneficio de una pensión, hasta las instancias jurídicas que contemplan el amparo y los bienes de la persona.
Si bien no es posible generalizar, debido a la diversidad del colectivo de personas con discapacidad, “la preocupación acerca de quién reemplazará a esos padres y madres que ejercen también como cuidadores y que obviamente no siempre van a estar forma parte de un interrogante que muchas veces persiste sin respuesta a lo largo del tiempo”, asegura la psicóloga María Lucía Antoine.
Integrante del grupo de profesionales que presta servicios para la Asociación Alborada, una entidad bahiense sin fines de lucro a la que asisten personas discapacitadas, Antoine resalta que cuando se trata de personas con mayores requerimientos de apoyo, la incógnita que rodea al futuro representa una gran carga emocional.

“Entre otras cosas, lo que allí se pone en juego es con quién vivirá, cómo se sustentará y qué asistencia recibirá”, acota.

Según la profesional, “el futuro puede planearse y hasta es deseable que así lo sea. Esto involucra no sólo a quienes ofician de cuidadores principales sino a toda la familia, y especialmente a la persona con discapacidad, en el diseño y toma de decisiones respecto de su propia vida”.