Los hongos son organismos vivos que constituyen un reino independiente, distinto al de animales y plantas. Carecen de clorofila y, por lo tanto, no realizan la fotosíntesis. Obtienen sus nutrientes mediante la absorción y se alimentan de materia orgánica en descomposición o estableciendo relaciones simbióticas o parasitarias.
Existen hongos unicelulares, como las levaduras, y pluricelulares, como los mohos y las setas. Se reproducen sexual o asexualmente a través de esporas y desempeñan un papel esencial en la vida del planeta sosteniendo los ecosistemas, transformando la materia orgánica en nutrientes que enriquecen el suelo, sirviendo como alimentos y en la fabricación de bebidas, y siendo la base de algunos medicamentos.
Aunque se estima que existen alrededor de 2,5 millones de especies de hongos en el mundo, solo unas 155.000 han sido identificadas y catalogadas formalmente. De ese grupo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) evaluó hasta ahora aproximadamente 1.300 especies de hongos, determinando que 411 especies están en peligro de extinción, lo que representa más de un tercio de las especies analizadas, una proporción significativa que alerta sobre la vulnerabilidad de este grupo.
¿Por qué se extinguen?
La desaparición de los hongos se relaciona con varias amenazas que están alterando rápidamente y de forma significativa sus hábitats naturales. Entre las principales causas se encuentran las siguientes:
• Expansión agrícola y urbana. El crecimiento de ciudades y campos de cultivo ha reemplazado ecosistemas enteros.
• Contaminación química y atmosférica. La escorrentía de fertilizantes ricos en nitrógeno y amoníaco, junto con las emisiones de motores, afectan a muchas especies, especialmente en Europa.
• Deforestación. La tala de bosques para obtener madera, la agricultura y la explotación ilegal representan toda un amenaza. La pérdida de bosques antiguos es especialmente grave, ya que los hongos no logran recuperarse en ciclos de silvicultura rápida.
• Cambio climático. Las alteraciones en los patrones de fuego y la transformación de los bosques han puesto en riesgo a muchas especies.
Especialistas de la UICN destacaron que si bien los hongos viven principalmente escondidos bajo tierra y dentro de la madera, su pérdida afecta la vida por encima del suelo, que depende de ellos. “A medida que perdemos hongos, empobrecemos los servicios ecosistémicos y la resiliencia que proporcionan, desde la resistencia a la sequía y los patógenos en cultivos y árboles, hasta el almacenamiento de carbono en los suelos”, subrayaron.
Por ello, consideraron indispensable proteger los bosques antiguos y aplicar prácticas forestales que consideren a los hongos, como dejar madera muerta y árboles dispersos, además de una gestión proactiva que ayude a controlar la intensidad de los incendios forestales.






















