Cuando comemos el alimento pasa desde la garganta hasta el estómago a través del esófago. En ese momento se activa un músculo en forma de anillo situado en la parte inferior del esófago (el esfínter esofágico inferior), que impide que el alimento deglutido vuelva a subir.
Cuando este anillo muscular no se cierra bien, los contenidos del estómago pueden devolverse hacia el esófago. Esto se denomina reflujo gastroesofágico (RGE), que puede causar síntomas como la regurgitación (sentir que la comida o los jugos gástricos vuelven a la garganta o la boca), sabor agrio o amargo en la boca (debido a la presencia de ácidos estomacales) y dificultad para tragar, tos crónica, sibilancias, hipo o náuseas.
Asimismo, algunos factores que contribuyen a esta afección se centran en la obesidad, el embarazo, la hernia hiatal y hábitos como comer en exceso, fumar o consumir ciertos alimentos y bebidas.
Padecer de reflujo implica, además, tratar de establecer modificaciones en el estilo de vida, procurando ingerir porciones más pequeñas, no acostarse inmediatamente después de comer (en lo posible esperar al menos 2 o 3 horas para hacerlo), dejar de fumar (aumenta la producción de ácido estomacal) y evitar ciertos alimentos desencadenantes.
También es aconsejable mantener una postura erguida, evitando acostarse o inclinarse demasiado después de comer (ya que la gravedad ayuda a mantener el contenido del estómago abajo), elevar la cabece- ra de la cama (para así evitar que el ácido del estómago suba durante la noche), dormir sobre el lado izquierdo (posición que puede ayudar a reducir el reflujo nocturno) y mantener un peso saludable (el exceso de kilos puede ejercer presión adicional en el estómago).
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una forma más grave y crónica del reflujo, con síntomas más frecuentes o que afectan la calidad de vida. Si los síntomas persisten o son severos, es importante consultar a un médico para un diagnóstico adecuado y para descartar posibles complicaciones a largo plazo.