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Enuresis nocturna: un trastorno que puede superarse

By Familia Cooperativa 725 0
Levantarse por la mañana y comprobar que la cama está mojada es un inconveniente para muchos niños y niñas cuando han superado los cinco o seis años de edad. Puede deberse tanto a factores fisiológicos como psicológicos y se supera con un tratamiento adecuado.


La enuresis nocturna monosintomática, como se conoce científicamente al hecho de orinarse en la cama, es la descarga involuntaria y persistente de orina durante la noche tras haber superado los 5 ó 6 años, siempre que no haya indicios de una patología orgánica que origine la micción.
Las causas pueden deberse a razones psicológicas (la ansiedad es capaz de provocar en muchas ocasiones pérdidas de orina, incluso en niños/as que ya no mojaban la cama desde hacía tiempo); fisiológicas (la micción descontrolada puede deberse a la inmadurez, así como a alteraciones o malformaciones del sistema urológico) o herencia genética (niños/as cuyos padres se han orinado en la cama después de los seis años, tienen más posibilidades de padecer enuresis nocturna).
Ya sea por unas u otras causas, el problema no afecta del mismo modo a uno y otro sexo, y es más frecuente entre los varones que entre las mujeres.
Por otra parte, si se superan los seis años y el niño/a continúa haciéndose pis por las noches, es posible que sufra este trastorno, que puede ser del tipo primario (el más frecuente, cuando no se ha producido el control de la micción durante, al menos, un período de seis meses) o secundario (es el que se produce tras haber conseguido un control de seis meses o un período superior).


La falta de control de la micción puede provocar problemas psicológicos en los niños/as que lo padecen. En general, se siente frustrados, diferentes a los demás, ansiosos, retraídos, provocando que sus niveles de ansiedad y de autoestima se vean alterados.


El grado de afectación depende de factores como la edad (a partir de ocho o nueve años, las posibilidades de afección se disparan), el sexo (las niñas lo llevan mejor que los niños hasta los once o doce años, momento en que se invierten los términos), las actitudes familiares (la intolerancia y la incomprensión retroalimentan negativamente) y las buenas perspectivas (muchos mejoran antes de iniciar cualquier tratamiento, simplemente al planteárseles expectativas positivas).

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Modificado por última vez en Martes, 22 Junio 2021 11:37

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