Acá no solamente se difunde la poesía, un genero literario difícil para publicar, vender y poder vivir, sino que también hay muchos lectores. En la Argentina se escribe mucho y está viva la poesía, más que en otros lugares”.
Sentado en la sala de reuniones de la Gerencia de Cultura y Acción Comunitaria de la Cooperativa Obrera, Viggo Mortensen, uno de los actores más reconocidos de Hollywood, afirma con convicción lo que dice.
Viste una remera verde (en la que sobresale un gran cuervo negro, en honor a San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores), una campera al tono, jeans y zapatillas, y luce distendido y amable, muy lejos del glamour que evidencian otras estrellas de la pantalla grande, minutos antes de presentar en el colmado auditorio Américo Agostini de La Coope su reciente libro de poesías Ramas para un nido, publicado por la editorial local Vox/Lux, de Gustavo López y Carlos Mux.
A López lo conoce desde hace tiempo, y su arribo a nuestra ciudad comenzó a gestarse unos cuatro años atrás, cuando el bahiense lo ayudó a editar Lo que no se puede escribir, otro libro de poesías en castellano. Al editor le gustó tanto que le propuso publicarlo en el país. Y Viggo aceptó, montando una obra que mezcla poemas antiguos con otros más recientes.
“Para mí es un honor venir acá y que él (por Gustavo López) quiera publicar un libro mío. ¡El primer libro publicado en Argentina!”, resalta Viggo, ante la atenta escucha del escritor Fabián Casas, quien lo acompañó en la presentación.
Mortensen comparte con el narrador argentino la pasión sanlorenista y por la escritura. Se suelen enviar escritos, se hacen devoluciones, aprenden, se admiran. Incluso tienen una mirada similar de nuestra ciudad y su potencial poético.
“Bahía Blanca tiene algo muy potente que son los poetas. Es más, tendrían que hacer una marca de la poesía, porque es algo muy notable. Tienen poetas increíbles, reconocidos en toda Latinoamérica”, subraya Casas.
Más allá de la actuación
Nacido en Nueva York hace 64 años, pero con un manejo perfecto del español debido a que su infancia transcurrió en Argentina, Viggo se presta para la charla y responde con la tranquilidad que lo caracteriza. No le gustan demasiado las cámaras ni los micrófonos, pero ya aprendió a convivir con ellos.
También respondió con afabilidad cada muestra de cariño de la gente que se acercó en busca de un autógrafo, una foto, una palabra… Está acostumbrado a los elogios, sobre todo por su recordada interpretación de Aragorn en El señor de los anillos, la zaga dirigida por Peter Jackson que lo catapultó a la fama. Su vida, sin embargo, comprende mucho más que la actuación. Hoy, además de escribir, también se matiza con la música, la fotografía y la pintura.
-Fabián (Casas) cuando habla de vos dice que sos “un hombre en estado de disponibilidad”. ¿Qué te parece esa descripción?
-Instintivamente pienso que está vinculado a la fiabilidad e inmediatamente pienso: no necesariamente. Podés estar disponible, pero el otro igual no sabe lo que vas a hacer o cómo vas a estar, pero sí que vas a estar cuando te necesite. Siempre estamos el uno para el otro. Escribimos cosas juntos, leemos juntos…
-Si bien se puede decir también que sos un ciudadano del mundo, ¿te sentís en casa cuando estás en la Argentina?
-Muy, ¡sí, sí! Hace unos años que no estoy acá pero al llegar enseguida sentís los olores, la luz, lo que es el invierno en Buenos Aires… De repente todo es como si no me hubiera ido, aunque todo cambia y todo es diferente. ¡La plata en este país es una cosa extraordinaria!: “¿Cuánto?”, le pregunté al taxista…
Para el editor Gustavo López, a pesar de dominar varias lenguas, Viggo es un auténtico poeta argentino a la hora de tomar la lapicera y volcar ideas sobre un papel. Lo define como una persona humilde, siempre dispuesta a recibir una opinión bien intencionada.
“Cuando leo un poema nuevo por teléfono, o se lo envío a Fabián o a Gustavo, aprendo de ellos, de su reacción, de los vínculos que hacen con ciertas tradiciones que yo no conozco tan bien. La poesía, cuando funciona, es lo que escuchás, lo que pasa, la vida misma”, explica Mortensen.
-¿Por qué elegís la poesía por sobre otra forma de escritura, como las novelas?
-Soy vago, supongo -sostiene y suelta una sonrisa-. A mí me gusta, me encanta escribir. Los guiones de cine que he escrito son como novelas para mí.
-Cuando a Ricardo Darín, uno de los mejores actores argentinos, se lo consulta acerca de por qué no da el salto a Hollywood, responde que está satisfecho con lo que tiene y que para él darse dos duchas con agua caliente por día es sinónimo de felicidad y no interpretar un protagónico a cualquier costo. ¿Por dónde pasan tus pretensiones a la hora de elegir un papel como actor?
-Busco formar parte de cuentos interesantes, de esfuerzos colectivos como sucede en el cine, que me estimulan. Y no pensar en “esto va a tener éxito”, “cuánto te pagan” (que, claro, cuando te falta la plata lo pensás)... La vida es corta y preparar una película, hacerla, editarla y promocionarla a veces implica que transcurran años, entonces lo mejor es elegir bien y pasarlo lo mejor posible, y no tener que mentir demasiado a la prensa.
Fuera de sus labores artísticas, Viggo también disfruta mucho del fútbol. Sin ir muy lejos, en el último Mundial alentó y sufrió con la albiceleste, y hoy se siente un campeón más.
“Todavía me despierto y digo: ‘Es verdad, ¿no?’. Lo vi como casi todo el mundo, por la tele. Justo había llegado en un avión a España (país en el que actualmente reside junto a su pareja, la actriz Ariadna Gil) antes de la final y estaba con la familia y amigos, todos con las remeras, ansiosos. ¡Sufrí un montón! Y cuando Montiel metió el último penal, no me lo creía”, reconoce.
La consumación del tercer título mundial de la Argentina motivó saltos y gritos a su alrededor, pero el propio Mortensen admite que él seguía en shock, aunque en su cabeza resonaba un “¡por fin!”, un “ya está”, como dijo aquel día glorioso Lionel Messi, levantando sus brazos y buscando a su familia en la tribuna del icónico estadio Lusail, en Qatar, donde se jugó el encuentro decisivo frente a Francia.
“Para mí Messi tenía que haber ganado otro Mundial antes y un par de Copas Américas, pero bueno, fue lo que fue. Él llevó a la selección varias veces casi hasta la gloria y me alegra que esta vez pudo ser. Quiero que esté en el próxima cita mundialista, aunque sólo juegue 20 minutos cada partido…”, sostiene.
Su pasión futbolera y particularmente por San Lorenzo es tal, que en España a veces no duerme esperando ver al equipo azulgrana a través de la pantalla. Con la diferencia horaria, se suele quedar en la madrugada para hacerle el aguante. Y al día siguiente no necesita decir nada: según su humor, en su casa ya saben cómo le fue al “Ciclón”.
-La última pregunta está relacionada con tu querido San Lorenzo. ¿Te parece que el técnico Rubén Insúa podría protagonizar “El señor de los milagros”, teniendo en cuenta que el equipo tiene menos potencial del que parece y sin embargo siempre es protagonista?
-Es cierto, máxime si lo comparás con River, que tiene tres equipos de primera clase. Nosotros no tenemos eso, Insúa no tiene eso, pero él lo hace igual, inspirando a los jugadores. Se nota que en el vestuario tiene una presencia notable.
La charla llega a su fin. Viggo saluda con una cortesía que forma parte de su esencia y encara las escaleras para compartir sus poemas con el público sobre un escenario, algo que, según su propia consideración, es cómo estrenar una película: “Nunca se sabe cómo va a ser la reacción de la gente, que siempre es de diferente manera. Al leer un poema, algo pasa entre mi boca y la persona que escucha, porque se produce un proceso interesante que siempre evoluciona”.