El pasado 6 de marzo se cumplieron 100 años del día en que el Consejo de Administración de la Cooperativa Obrera aprobó el lanzamiento de la primera revista propia, que adoptó el nombre de “La Cooperación”.
La idea fue impulsada por el entonces presidente de La Coope, Francisco Cabezas, y se llevó a cabo con financiación independiente de la Cooperativa, aunque ésta cubrió el déficit inicial con un préstamo.
Su principal objetivo fue difundir las doctrinas cooperativistas y poner en relación directa a los socios con el Directorio y con la marcha de la institución. Asimismo, aunque se abstuvo de controversias ideológicas, auspició todo lo que tendiera a acelerara la evolución económica de los trabajadores.
La publicación se sostenía a través de los avisos, no admitiéndose en sus páginas publicidades de bebidas, tabaco, juegos ni otras actividades consideradas perniciosas, a pesar de la limitación económica que ello implicaba.
En principio, el primer director de La Cooperación fue el tipógrafo Javier Tissot, ocupando el propio Cabezas el cargo de administrador, siendo designados como colaboradores Prudencio Bécares y Víctor Maronna.
El primer número apareció en marzo de 1923 con un tirada de mil ejemplares y su distribución fue gratuita. Se remitieron ediciones a cooperativas de consumo y agrícolas, centros culturales y de estudios, colegios nacionales, la Cámara de Diputados de la Nación y de la Provincia, y también a distintos periódicos con la finalidad de interesar a la “prensa grande” en los avances del cooperativismo.
La Cooperación comenzó como publicación mensual, pero los problemas surgidos para su financiación debido a la falta de avisos, dificultad con la que tropezaba en general el periodismo doctrinario, hizo que su aparición no fuera regular.
De tal manera, se publicaron 24 números en el período comprendido entre marzo de 1923 y mayo de 1926, lapso en el que se multiplicaron los esfuerzos por aumentar la tirada y los alcances de la entrega.
En 1925, a iniciativa de David Justus, se comenzó a aceptar suscripciones voluntarias con la finalidad de convertir a la revista en una hoja permanente de difusión del ideario cooperativista con alcance regional.
Las dificultades financieras llevaron al Consejo de Administración a resolver que la revista apareciera al final de cada ejercicio semestral. Esta periodicidad se modificó en 1934, cuando los balances que debían darse a publicidad comenzaron a ser anuales, y se continuó hasta el ejemplar número 45 corres- pondiente al mes de diciembre de 1938, que fue el último que apareció.
La revista llegó a alcanzar un tiraje de 2.400 ejemplares y la publicación incluía notas editoriales, artículos doctrinarios e informaciones de la institución, tales como resúmenes de las reuniones del Directorio, convocatorias a Asambleas, proyectos y logros de la Cooperativa y, fundamentalmente, las memorias y balances de la entidad.
En sus páginas aparecieron también valiosos datos acerca de las cooperativas del país y del extranjero, y transcripciones de valor literario y moral. Por otra parte, desde la apertura del almacén, producida en 1932, comenzó a incluirse en la publicación un catálogo de mercaderías con el correspondiente precio de venta.
Más allá de que finalizara el ciclo de La Cooperación, la comunicación entre la Cooperativa Obrera y sus asociados no se interrumpió. La desaparición de la revista fue suplida por la edición mensual de listas de precios complementadas por algunas noticias institucionales como órgano oficial de información, que tomó el nombre de Boletín y Catálogo de la Cooperativa Obrera Limitada y posteriormente de Revista de la Cooperativa Obrera Limitada, hasta que por impulso del contador Rubén Masón, en junio de 1974 apareció el primer número de Familia Cooperativa, la tradicional entrega mensual de La Coope que el año próximo cumplirá 50 años de vida.