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La bicicleta, un auténtico furor

By Familia Cooperativa 1649 0
Los últimos años depararon un montón de nuevos ciclistas que replican con su ejemplo y entusiasmo esta toma de conciencia que estamos viendo a nivel mundial: aprender a disfrutar del hoy, del aquí, del ahora, del con quién. Y si es arriba de una bicicleta, mucho mejor.

Aunque parezca increíble, hasta una pandemia también tiene su lado positivo, porque más allá del cansancio y la incertidumbre por lo que vendrá, se han podido capitalizar acciones que vale la pena sostener en el tiempo.
A manera de ejemplo podrían citarse estudios realizados en diversos países que demostraron que un alto porcentaje de personas sedentarias se acercaron a la práctica de algún tipo de actividad física durante este período.
En este marco, la práctica del ciclismo tal vez sea una de las que se lleva la mayor cantidad de nuevos adeptos. Al menos de esto dan cuenta numerosas bicicleterías que, a lo largo y a lo ancho de nuestro país, se han visto desbordadas por una alta demanda de rodados de paseo, de ruta o urbanos.

Incluso a nivel internacional se puede comprobar que la bicicleta pasó a ser uno de los medios de transporte más seguros y eco amigables para evitar el contagio del virus y la contaminación ambiental, algo vital en este contexto incierto que lamentablemente no anticipa una salida triunfal, al menos en el corto plazo.

La masiva irrupción de la bicicleta como medio de transporte en nuestro país no resulta una percepción caprichosa, sino que es una afirmación estadística que surge de un estudio generado por Google Maps.

“Durante la cuarentena, la bicicleta fue el medio de transporte que más creció en términos de popularidad en la Argentina. Las solicitudes de recorridos en bicicleta en Maps aumentaron en un 83 por ciento de 2019 a 2020 (y Buenos Aires presentó un aumento del 98 por ciento en las consultas de opciones de ruta), mientras que las vinculadas a transporte público disminuyeron en un 53 por ciento”, sostiene el informe.

El trabajo destaca además que en ese mismo período la circulación en automóviles creció en un 0.07% y en el transporte público disminuyó en un 50%, mientras que los traslados a pie cayeron un 21%.

El crecimiento de la utilización de la bicicleta ya venía evidenciándose en los últimos años en los países latinoamericanos, como una manera fundamental para hacer de las ciudades espacios más habitables, teniendo en cuenta que están cada vez más pobladas y es necesario un adecuado reparto del espacio.
Romper con la supremacía del automóvil representa todo un reto, como lo ha sido en todas las ciudades europeas que ahora se ven repletas de ciclistas.


Cambiar esta dinámica no resulta fácil, pero tiene una importante ventaja centrada en que la utilización de la bicicleta como vehículo es ya una demanda social.

Por un lado porque queremos reflejarnos en las variantes que han experimentado otras ciudades, y por otro porque cada vez más personas son conscientes de la necesidad de un cambio, por cuestiones de salud pública, de protección del medio ambiente, de accidentalidad, de economía y también de rapidez a la hora de desplazarse.


Para avanzar en este cambio es necesario que los gobiernos crean y apuesten por la bicicleta como una herramienta muy poderosa para reducir las cifras de contaminación, de congestión, de accidentalidad.
No es cuestión de demonizar el uso del automóvil sino de garantizar su uso racional dentro de la pirámide de la movilidad, fomentando y facilitando el acceso y la segura circulación de otros modos de transporte como la caminata, la bicicleta y el transporte público.

Palabra de entendido

“No hay duda de que la pandemia influyó en este auge del ciclismo”, sostiene el saavedrense Fabio Placánica, 50 años, multicampeón argentino de ciclismo en pista y ruta, y representante nacional en distintos torneos internacionales, donde cosechó oro en los Juegos Odesur de Arequipa (Perú 1990) y Valencia (Venezuela, 1994) y bronce en los Panamericanos de La Habana (1991), además de haber participado integrando el equipo nacional en el Giro de Italia, los Panamericanos de Mar del Plata (1995) y los Mundiales de Ruta de Sicilia (Italia, 1994) y Pista de Hamar (Noruega, 1993), así como de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), imponiéndose también en varias de las competencias más relevantes que se desarrollan en nuestro país, como la Vuelta de Mendoza (1994).


“Al estar cerrados los gimnasios y no poder desarrollarse deportes grupales, la gente se volcó a la bicicleta como una forma de poner el cuerpo en movimiento y, a la vez, estar en contacto con el aire libre. Además tampoco podían utilizarse los transportes públicos, por lo que muchos la usaron como opción para llegar al trabajo. De todas maneras, acceder a la bici no resulta barato, por lo que veremos si esta auténtica moda se mantiene en el tiempo”, afirma.


Tras haber recorrido el mundo participando en el más alto nivel, Placánica asegura que en nuestro país las ciudades todavía no están preparadas para contener al ciclista.


“Faltan lugares para dejar las bicicletas y en los estacionamientos tampoco las permiten. Así y todo, hay provincias como Mendoza o San Juan en las que el ciclismo está más arraigado, que si bien todavía no concretaron acciones directas para erradicar los vehículos de la zona céntrica, al menos adoptaron algunas medidas tendientes a darle mayor cabida a la bicicleta como medio de transporte”, destaca.
En otro orden, subraya que tanto en las calles como en las rutas el ciclista encuentra numerosos escollos para poder rodar con tranquilidad.
“Salir a pedalear hoy resulta peligroso. Por eso hay que insistir con campañas educativas para que, por ejemplo, el ciclista no circule por el sector izquierdo de la calzada por temor a chocarse la puerta de un auto que se abra de imprevisto”, señala.
Acerca de las bicisendas, acota que “por más que no siempre están colocadas en las arterias más convenientes, representan un factor de desarrollo urbanístico importante, que está imponiéndose en todo el mundo”.
“El ciudadano de nuestro país debe tomar conciencia que son espacios reservados solo para los ciclistas y que no están destinados para estacionar o caminar sobre ellas”, resalta.
A la hora de tener que comprar una bicicleta, Placánica manifiesta que más allá de que la estética es importante, mucho más lo es elegir un buen conjunto de cuadro, suspensión y frenos que posibilite un andar relajado y seguro.
“Para alguien que se inicie en la actividad la bicicleta rodado 29 puede resultarle muy efectiva, porque es cómoda y además se pedalea menos y se avanza más. Para aquellos que se aventuren a realizar más kilómetros es recomendable que lleven inflador, algún repuesto al que se le pueda echar mano ante una eventual avería, luces refractarias y obviamente el casco, un elemento de seguridad fundamental, cuyo uso ya debería estar reglamentado”, añade.
Finalmente, el hijo del recordado Rubén “Tim” Placánica, integrante de la cuarte de ruta que fue cuarta en los Juegos Olímpicos de Tokio (1964), subraya que “poder salir a pedalear implica no solo disfrutar de la naturaleza, sino realizar una actividad salu-dable que además ayuda a despejarse de las presiones diarias”.

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Modificado por última vez en Lunes, 01 Marzo 2021 10:16

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